En una librería del centro de Mérida, que
dirige muy bien mi amigo el turco Maffud, una vez llegó un lote de libros de
Marta Lamas, una gurú del feminismo charro.
El turco, viendo los títulos,
incomprensibles para un patriarca como él, intrigado, me preguntó en dónde los
pondría para su venta rápida. Le dije que yo no sabía de eso, nunca la había
leído a esa mujer y no podría dar mi opinión, si en el librero de psicología o
en psiquiatría, y la cosa quedó allá.
A la semana siguiente, regresé a platicar
nuevamente con mi amigo el turco Maffud y a ver si había algo de nuevo en
textos de historia o de antropología. Maffudd, con una sonrisa similar a su
panza de beodo maratónico, de oreja a oreja, me dijo que pasara, igual me dijo
que por fin había resuelto el lote de esos libros raros e incomprensibles a la
primera lectura, de la tal Marta Lamas.
Resulta que el patriarca Mafudd, padre de
hijos naturales y desnaturalizados, se dio a la tarea de leerlos todos, cuatro
días con sus noches en vela pasó engolfado en la lectura de esos libros, sin
salir de su cuarto y comiendo apenas galletas con café y fumando como maldita
chimenea.
A la mañana
final de su periplo lectural, Maffud, ojeroso y cansado, salió con esos libros
y sólo pudo decir a su mujer: "Esto es mierda como la del brasileño aquel".
Y como portento
de bibliotecario, los libros de Martas Lamas se encuentran, desde aquel día, en
la librería de viejo del turco Maffud, junto con los de Coelho y Carlos Cuauhtémoc
Sánchez.
Hombre tendrá que tener precaución la próxima vez el harbano!
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