viernes, 20 de enero de 2023

Mimeógrafas formas celestes



Nunca he contado a nadie esta anécdota de mis años oscuros de bachillerango. Recuerdo que con un mimeógrafo matusalénico, que servía para sacar copias de forma manual mediante una manivela, reproduje mis primeros escritos políticos, costumbristas, pueblerinos, y algunos poemas pendejos de amor cursi que tuve la indecencia de escribir. Esos papeles sueltos los repartía en las aulas a compañeros que, según pensaba, eran doctos y mesurados en sus opiniones de bachillerangos, aunque de algunos sabía que ni los leían ni les hacían mella mis renqueantes escarceos con la Olivetti. Una vez di con uno de mis poemas reproducidos en aquel viejo mimeógrafo, en un lugar donde menos pensaba encontrar ese paper: la hoja suelta había dado a parar con toda su flaca osatura escritural, al cesto del baño de hombres de la escuela, para limpiar el culo de alguien impedido por las musas o por el colon irritable, supuse que no le gustó mis poemas de amor, o tal vez la musa difusa fuera una de sus conquistas fallidas que le daba estreñimiento.

lunes, 2 de enero de 2023

"UN SEÑOR QUE PASABA POR MUCHOS PUEBLOS": LA MALDICIÓN DEL PROFETA ENOK A LA VILLA DE PETO



Enok, el Profeta (pero no el profeta bíblico, sino el profeta que conocen los chicleros y los lugaraños de los pueblos de Yucatán), le lanzó la maldición a Peto cuando pasó por ahí, allá en los años de la época olvidada del Chicle de principios de la década de 1920. Maldijo a Peto, que porque cuando estuvo entre los petuleños, el Profeta Enok -o Éek Nok', ya que su ropa estaba teñida por el polvo de los caminos- no fue bien tratado por la gente del lugar. En El Cuaderno Amarillo de la historia de Chacsinkín (proporcionado por mi amigo Roger May Cab, microhistoriador chacsinkileño escrutador de la memoria de los abuelos y abuelas) se cuenta quién fue Enok.

El librito amarillo dice que fue un señor que pasaba por muchos pueblos dando su mensaje de paz y de esperanza, y de vez en cuando hacía sus profecías. “Muchos lo tiraban a loco porque decían que es ignorante, pero otros pensaban que podía ser que Dios lo mandó para enseñarnos y para prevenir a la gente” de que los tiempos que se avecinarían serían difíciles.


Delgado, de piel morena y larga barba de profeta, un día Enok se presentó en Peto. Algunos de Chacsinkín y del pueblo de Xoy lo vieron allá, dando sus consejos y vaticinios. Los de Peto –seguramente los "dzulitos", los blanquitos racistas de ese pueblo- lo trataron mal, y es por eso que maldijo al pueblo, pero no sé hasta ahora lo que dice esa maldición. Don Natividad Tzum, chacsinkileño, dice que “le contaron que cuando se apareció en Peto fue el tiempo en que cayó muy fuerte aquí la langosta y Enok le decía a la gente que no debían de matar a las langostas porque todas las hojas de los árboles eran langostas”.

No puedo dejar de quitarme de la mente cuál fue la maldición que Enok le hizo a este pueblo de poca fe…¿Será acaso el “Negocio de Peto”?

Zapata en Yucatán y Carrillo Puerto en Guerrero: la revolución agraria en el sureste mexicano

  

Felipe Carrillo Puerto repartiendo tierras en Progresito, Yucatán. Circa, 1922. A la parte izquierda de la foto, vestido de manta y con sombrero en la mano, el cacique maya de Peto y fundador de la Liga de Resistencia en esa villa, General Elías Rivero.


El 28 de noviembre de 1911, los hombres del estado de Morelos darían un catálogo de ideales a su Revolución que había comenzado a principios de ese año, firmando el Plan de Ayala (que, a grandes rasgos, ponía el mundo porfiriano patas arriba con la consigna de ¡Abajo haciendas y viva pueblos!, el grito precursor de Otilio Montaño); y, con ellos, tantos y tantos pueblos rurales los secundarían a lo largo del inmenso país que apenas se estaba reconociendo como tal.

Hasta el lejano Yucatán de los “reyezuelos del henequén” llegaría la irradiación de los hombres libres del campo de Morelos, en eso que conoceríamos como “el verano del descontento”, una serie de revueltas campesinas realizadas entre 1909 y 1913, en pueblos de la sierra sureña y del oriente de Yucatán. Ese Yucatán remoto, ese país que no se parecía a otro, como lo habría de identificar José Castillo Torre, para esas fechas estaba casi aislado del país, sin más comunicación con él que la marítima. Este hecho, como contaba Castillo Torre, aunque hacía permanecer a Yucatán fuera del escenario de la guerra –cosa discutible por las revueltas campesinas comentadas-, no era impedimento para la capacidad receptora de los oposicionistas a la plutocracia plantocrática, como fue el caso del “agitador” motuleño Carrillo Puerto, que captaban las notas de la nueva sinfonía “y se preparaba a cantar en coro el himno revolucionario”.

Sin duda, el ejemplo mayor de lo que estableció el Plan de Ayala, se puede observar en la labor de gobierno del que sería el gobernador socialista de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, agrimensor zapatista en la región de Cuatla antes de regresar y hacer lo propio en Yucatán, inspirado por el fuego de Zapata.

Carrillo Puerto puede reconocerse como el primer zapatista yucateco que estuvo en las tierras del Caudillo del sur, poco menos de un año (fines de 1914-mediados de 1915). Ese lapso de tiempo solo vino a profundizar las convicciones agrarias y la idea de la necesaria colectivización del campesinado yucateco, en el hombre de Motul (Franco, 2017, p. 244). Su paso por el Morelos zapatista fue tremendamente significativo para el hombre que había de partir la historia de Yucatán en un antes y después de él, por el hecho de poner la cuestión agraria como parte fundamental de su periodo en el poder (1919-1923). De esa experiencia agraria, y de esa razón campesina e indígena, vino el ímpetu del quien sería conocido como el primer soviet yucateco, el Dragón rojo de Motul. Dice Armando Bartra de él:

 

“El agrimensor zapatista, un tal Felipe Carrillo Puerto, viviendo seis meses en la región de Cuatla, un día escuchó que en su lejana tierra, Yucatán, la Revolución había llegado y se despidió de Marte R. Gómez con estas palabras: "yo ya me voy, ustedes aquí tienen a Zapata, pero allá en mi tierra los mayas no tienen a nadie.”

 

Uno de los hagiógrafos primeros del “soviet yucateco”, Castillo Torre, refrenda la aserción precitada:

 

“Al campo revolucionario se fue Carrillo Puerto, al salir de la prisión, siguiendo el impulso de su destino manifiesto, refugiándose al amparo de la bandera agrarista de Emiliano Zapata. En los campamentos del Viriato del Sur, en donde el indio pugnaba por la libertad del campesino y la desaparición de la servidumbre feudal del peonaje, el socialista de Yucatán perfeccionó su técnica y se preparó mejor a la defensa de los mayas encadenados a la máquina de la industria henequenera”.

 

Carrillo Puerto, años después, movería de raíz los cimientos coloniales de Yucatán al inaugurar un tiempo inédito para la península: el socialismo yucateco venido de los pueblos para tomar el poder en la ciudad de los barones del henequén, Mérida. Con su muerte, en enero de 1924, a la larga, en Yucatán, el carrillismo perdería “su significado original de hegemonía cultural y moral para devenir en una ideología sin más contenido que el fetichismo y la demagogia clientelar electorera” (Franco, 2017, p. 430). Pero no toda la herencia carrillista fue tirada a la borda. Dice Franco al respecto:

 

"La influencia del socialismo yucateco en la región sureste de México es terreno fértil para futuras investigaciones. La hegemonía cultural fue una realidad plenamente instituida, aunque de manera relativamente efímera. Solamente podemos plantear de manera hipotética hasta donde pudiera haber extendido su influencia Carrillo Puerto de haber preservado la vida" (Franco, 2017, p. 434).

 

Alguna vez argumenté que el Partido Socialista del Sureste, podría verse como el origen del partido fundado por Calles, en 1929. Lo cierto es que la influencia de Carrillo no se restringió a la Península,  y tampoco a un partido como el PNR, sino que, como estableció Franco, todo el sureste de México fue terreno fértil para ello. Años después de la muerte del líder de Motul, su influencia sería retomada en el Guerrero postrevolucionario.

 

El Revolucionario niño, Adrián Castrejón: continuador de Carrillo Puerto en el Guerrero Bronco

 


El profesor investigador Héctor Agustín Trujillo Santana, de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), amablemente me cedió hace unos años, en el 2015, una ponencia suya sobre el general Adrián Castrejón Castrejón, el revolucionario zapatista de Apaxtla Guerrero (hoy, Apaxtla de Castrejón), que llegó al grado de general de división a la tan temprana edad de 26 años, y que fue anti-figueroista convencido (los hermanos Figueroa fueron contrarios a Zapata en Guerrero, traicionándolo; a la larga, se convertirían en caciques brutales de ese estado, en tiempos de la hegemonía priísta).

            ¿Quién fue Adrián Castrejón? Comparto un resumen de él: casi niño, se levantó en armas con gente de su pueblo de Apaxtla al grito de Viva Madero, pero de inmediato se unió a las filas del revolucionario Jesús Salgado, combatió junto con Heliodoro Castillo en la región de Tlacotepec, y fue zapatista del estado de Guerrero cuando el zapatismo se expandió; defensor, además, del inmortal Plan de Ayala y escolta sobreviviente de Zapata, emboscado por la reacción conservadora en Chinameca en 1919. 

Lo interesante del general Castrejón, fue la influencia que tuvo cuando ejerció la Gubernatura de su estado natal (1929-1933), Guerrero, al enarbolar las ideas socialistas defendidas por Carrillo Puerto. 

El general Castrejón, el bravo guerrero niño de Apaxtla, fue el Felipe Carrillo Puerto de Guerrero. En varios documentos trabajados por el maestro Trujillo Santana (originario, tengo que decir, igual de Apaxtla de Castrejón), se señala la influencia cercana, en el pensamiento socialista del general Castrejón, del Dragón Rojo de Motul: Castrejón creó un Partido Socialista de Guerrero, repartió tierras a los indios y mestizos de Guerrero, organizó a los campesinos mediante las famosas Ligas de Resistencia Socialista que don Felipe instaurara en la lejana y árida Península, luchó contra la cruel desigualdad social en su estado, fue Cardenista desde el primer momento, y organizó un Partido Comunista en su estado. Más de 100 hechos de armas en los campos de batalla, hacen de Castrejón una figura imborrable para su pueblo. Como un héroe, el general niño murió en 1954.

Y a propósito de Castrejón, salvo las fáciles conexiones regionales del socialismo yucateco en la Península (cfr. la tesis doctoral de Omar May González y el estudio del Doctor Crisanto Franco Moo La expansión socialista en la Península de Yucatán: génesis y eclosión de un proyecto político, 1915-1930), muy poco se ha dicho sobre su influencia más allá de la Península, o más allá de las fronteras del país (este tema lo aborda el último trabajo de Francisco Pineda Gómez).

Recordemos que Joseph inicia su ya clásica Revolución desde afuera correlacionando la vía chilena hacia el socialismo, con el antecedente de la vía yucateca. La influencia de Carrillo Puerto, o el ejemplo dignificador para las clases populares de Carrillo Puerto, es innegable en Castrejón, y existe poco conocimiento al respecto más que trabajos aislados por su acuciosa regionalización.

Del mismo modo, podemos decir que existe un vacío en la historiografía yucateca, sobre el aproximadamente más de medio año que estuvo Carrillo Puerto en la región de Cuatla, Morelos, trabajando como agrimensor zapatista. Solo conocemos referencias de ese tiempo oscuro a través de Marte R. Gómez, citado tanto por Womack, Joseph, Savarino y tantos otros, pero no hemos indagado completamente ese periplo carrillista, donde Carrillo Puerto se radicalizó a la fe agrarista bajo la figura totémica del Caudillo del Sur.

En una conferencia magistral de Francisco Pineda Gómez, que dio en 1915 en Cuernavaca, este me manifestó por qué no se ha hecho una investigación pormenorizada de esa esa conexión zapatista de Carrillo Puerto en Yucatán. Si todos estamos convencidos de que el motuleño se radicalizó y obtuvo el discurso agrarista en su estancia en Morelos, mismo que puso en práctica inmediatamente al llegar a Yucatán en 1915, ¿por qué no nos hemos metido a estudiar ese tramo carrillista, para mí, neurálgico y que simboliza casi un quiebre geológico en la sedimentada historia yucateca?

 

 

 

Los motivos de Raimundo Chi: "Solo la guerra purificaría todas las injusticias que los blancos han cometido contra nuestro pueblo"

Si Tzucacab fue el pueblo de la firma de aquel tratado, en Peto la cosa se recompuso. Días después de que el Cura Vela y Pat lo suscribieran...

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