sábado, 16 de abril de 2016

El turco Maffud, lector de Marta Lamas



En una librería del centro de Mérida, que dirige muy bien mi amigo el turco Maffud, una vez llegó un lote de libros de Marta Lamas, una gurú del feminismo charro.
El turco, viendo los títulos, incomprensibles para un patriarca como él, intrigado, me preguntó en dónde los pondría para su venta rápida. Le dije que yo no sabía de eso, nunca la había leído a esa mujer y no podría dar mi opinión, si en el librero de psicología o en psiquiatría, y la cosa quedó allá.
A la semana siguiente, regresé a platicar nuevamente con mi amigo el turco Maffud y a ver si había algo de nuevo en textos de historia o de antropología. Maffudd, con una sonrisa similar a su panza de beodo maratónico, de oreja a oreja, me dijo que pasara, igual me dijo que por fin había resuelto el lote de esos libros raros e incomprensibles a la primera lectura, de la tal Marta Lamas.
Resulta que el patriarca Mafudd, padre de hijos naturales y desnaturalizados, se dio a la tarea de leerlos todos, cuatro días con sus noches en vela pasó engolfado en la lectura de esos libros, sin salir de su cuarto y comiendo apenas galletas con café y fumando como maldita chimenea.
A la mañana final de su periplo lectural, Maffud, ojeroso y cansado, salió con esos libros y sólo pudo decir a su mujer: "Esto es mierda como la del brasileño aquel".

Y como portento de bibliotecario, los libros de Martas Lamas se encuentran, desde aquel día, en la librería de viejo del turco Maffud, junto con los de Coelho y Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

viernes, 15 de abril de 2016

Cuando el Janet

Pedro Infante haciéndola de chiclero. 
Fotografìa tomada en la Casa del Cronista en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. 

....casi borra del mapa a la antigua Payo Obispo, solo un potente motor, la avioneta del capitán Pedro Infante Cruz, fungió como puente aéreo. Varios veteranos chetumaleños, niños para ese entonces, sobrevivieron gracias al "ídolo de Guamúchil", que en momentos de tragedia se había convertido en un héroe en toda la extensión de la palabra. 
Él, a quien le gustaba tanto Yucatán (Irma Dorantes es meridana) y su gastronomía imperecedera, tenía al Territorio de Quintana Roo como su lugar de descanso. Toodavía muchos nativos de Chetumal dicen que sus "abuelas" lo conocieron. Está la hipótesis, no sé si cierta, que dejó varios hijos en la selva quintanarroense. Los hijos naturales de Pedro Infante Cruz. 
Murió en Mérida, al sur de la ciudad. Dicen algunos viejos del rumbo, que su avioneta de la Tamsa no pudo remontar el vuelo por tanto contrabando que traía de Chetumal: que antes de caer la avioneta con sus tripulantes de a bordo, primero comenzaron a caer las mercancías para ver si se podía levantar el vuelo, pero ni así. 

30 de julio: homenaje a los héroes de la guerra social

Rodolfo Menéndez de la Peña a los 30 y 70 años.



Poema de Rodolfo Menéndez de la Peña, intelectual orgánico desde el Porfiriato y educador yucateco. 
"Ellos son los esclavos
del deber, los que llevan
el mundo yucateco
en sus espaldas férreas"

Menéndez de la Peña, se refería como "héroes" no a los Cecilio Chi ni a los Jacinto Pat o Crescencio Poot, sino a los "héroes y guerreros yucatecos" que, contra viento y marea, perdido casi el 90 por ciento del territorio yucateco, sacaron la fuerza que nunca volvieron a tener. Aquellos que Serapio Baqueiro, uno de los primeros historiadores de la Guerra de Castas, refirió en su nota apologética en la plaza principal de Peto, en junio de 1881:
"En la plaza principal de la Villa, al clamor de las campanas de la iglesia, la tronadera de los cohetes voladores, y las dianas de la banda de guerra, para
Baqueiro parecía que “los antiguos guerreros se levantaban de sus tumbas y venían á ponerse al frente de sus tropas Don Eulogio Rosado, Novelo, Pren, Pavía, Cetina, O’Horan". 

A continuación, el poema:

Ellos son los que avanzan
á la región extrema
do Bacalar, señora
de los lagos, se asienta.
Ellos son los que en triunfo
su pabellón pasean
del Golfo al mar Caribe,
del Catoche a la Sierra.
Ellos son paradigmas
de valor y firmeza,
de heroísmo sin nombre,
de abnegación sin tregua.
Ellos son los esclavos
del deber, los que llevan
el mundo yucateco
en sus espaldas férreas.
¿Cómo lanzar sus nombres
á las aguas leteas,
si Yucatán les debe
su ser y su grandeza?
¡Oh, padres de la patria!
¡Almas nobles y excelsas!
Dejad un solo instante
vuestra mansión etérea,
y ved cuál vuestra tribu
cariñosa os recuerda
y os aclama y bendice
y os adora y venera!...
Nunca los mayas todos
lanzáronse á la guerra,
ni todos enemigos
de nuestra raza fueran.
A los que militaron bajo
vuestra banderas,
de Hidalgos les dio el título
la Ley en recompensa.
El indio es nuestro hermano:
y la justicia ordena
dignificar al indio
con Libertad y Escuela.
Educado, sería
una cívica fuerza,
un factor poderoso
de nacional grandeza.
Será así, ¡oh redentores!,
vuestra gloria más bella;
así será más grande
la patria yucateca!
Mérida, 29 de julio de 1908.

miércoles, 6 de abril de 2016

Poemas y ocurrencias del poeta de la Cruz de Gálvez

Mi esquina y me centro del universo.



Nota bene: Si así como ha existido un poeta del crucero en Mérida y un poeta de "la calle de las caricias" en Chetumal, déjenme que me considere poeta de la Cruz de Gálvez de ese barrio meridano donde algún día volveré, no se cómo, a vivir y a escribir. Estos son algunas cosechas de mi mala y fementida musa del 6 de abril de 2014.


Sátira de abril

¡Buenos días!

buitres canéforas
abriles sin pudor
El que no ame
este día
que vaya y que chingue
a su madre. 
Hay una tarde palustre
que sirve bonito
para abrir todas 
las esquinas del aire.
Un mar golpea en la memoria
y hoy estamos nuevamente
como siempre,
con el pinche 
y taciturno
sol de mediodía


Autorretrato

He ahí el hombre:

Fino de paladar
y wiro de habla,
comedor de cochinita
y estudioso 
del modo de cocinar
las tucitas 
que le traen
los taciturnos 
milperos
de su pueblo.
Fino de paladar
y lépero de habla.



Pencas de henequén

Me dicen que en un lugar de Halachó se hace un tipo de cochinita especial. Además de hacerla en "pib", de enterrarla a una profundidad un poco mayor que como tradicionalmente se hace, a las brasas se le pone no solo leña, piedras y el guano seco -de esos amarillentos-, sino que se les pone secciones de pencas de henequén. La cochinita que resulta es, sin duda, digna de digerirse por un comedor de cochinitas exigente como el quien esto escribe.


martes, 5 de abril de 2016

El factor Mario Villanueva Madrid

Mario Villanueva Madrid, tomado de su blog personal

Tal parece que abril es la estación que más nos agrada a los nacidos en los trópicos: el calor no se compara con el sol rompe piedras de mayo o con la canícula de agosto. Abril, citando los primeros versos de The waste land, de Eliot, no sé si sea el mes más cruel,  pero:

“engendra lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales”.

Y este abril ha traído una voz que fue epónima del Quintana Roo de los años noventa del siglo pasado: Mario Villanueva Madrid, cuyas raíces, de la vieja política de escuela hecha al calor de la actividad cercana a los intereses sociales, con fuerte sentido agrario (recordemos que Villanueva Madrid es ingeniero agrónomo), y que no descartaba, y no desconocía –como sí, desconociendo crasamente la historia regional, lo ha hecho el borgismo y su quintanarroísmo burdo- a la escuela yucateca (Villanueva Madrid tuvo una cercanía de discípulo con Víctor Cervera Pacheco); han tratado de desarraigar estructuras de poder posterior a su sexenio, y la poda se ha hecho más explícita en estos dos últimos gobiernos que le sucedieron: el felixismo y el borgismo, un grupo político de poder cozumeleño contrario al grupo Chetumal que representó en su momento Villanueva Madrid (y, hay que decir, igual contrario al otro grupo de Cozumel representado por el joaquinismo), han hasta reducido políticamente a uno de sus hijos, Carlos Mario Villanueva Tenorio, que no es ni la sombra que fue en su momento el homo politicus de su padre.
Como si recordara los primeros versos de Eliot citados líneas arriba, el cuarto gobernador constitucional del estado de Quintana Roo, recientemente ha engendrado, no lilas sino epístolas en forma de ponderadas opiniones, que nos traen “recuerdos y anhelos” de tiempos mejores, y que despierta vivas lluvias primaverales de una democracia efectiva a los convencidos de que el otrora pacto social y político en Quintana Roo – ese de la continuidad ad eternum de las siglas priístas en el poder desde tiempos de Martínez Ross- ya no da para más y necesita modificarse y darse la alternancia en el poder exigida por una sociedad tan informada y moderna como la de la zona norte, o incluso, como buena parte del segmento poblacional del Quintana Roo actual.
Estas elecciones de 2016 en el estado de Quintana Roo, donde están en juego tantos intereses que engloba la gubernatura (la continuidad de una estructura de poder representada por el felixismo y su continuidad borgista, hoy apocado este último; o bien, una postura crítica al felixismo-borgismo representada por otra corriente política, el joaquinismo o “carlosjoaquinismo”) al parecer han revivido a este actor político inesperado para el felixismo-borgismo y su candidato priísta.
Puedo suponer toda esa puja activa que hace Félix González Canto y su señora esposa (activa, ésta última, en las redes sociales, apoyando a su desinflado candidato Góngora) porque está en juego algo que se le ha pedido al candidato de la alianza opositora UNE: la fiscalización completa de las cuentas públicas de anteriores administraciones. Pero lo que uno no comprendería si desconoce la ética política de la vieja guardia en tiempos de los intereses privados y la frivolidad que representan los nuevos políticos como el lector del TvyNotas, González Canto, o el irracional autoritario Borge Angulo, es la congruencia de un ex gobernador que buena parte de los que hoy ostentan un cargo de poder en ese estado, lo dejaron solo. Villanueva Madrid habla, supongo, no desde la revancha, sino desde la experiencia de un hombre perseguido por los gringos, de un chetumaleño que conoce a esa tierra, a esa gente y a esa mar y a ese Hondo mucho más que cualquiera: a él sí le duele Quintana Roo. 
Desde su celda en Estados Unidos, el polémico ex gobernador, si sigue con sus notas políticas –y esperemos que siga-, se convertirá en un factor político para el desgaste y el cuestionamiento de la falacia felixista-borgista. No es ni joaquinista ni felixista, es una fuerza política por sí sola, él solo representa el villanuevismo, que subterráneo y casi apartado de todo poder, todavía tiene algo que decir, tiene algo que contarnos. Su postura y comentarios de la grilla local, espantan a todo el cotarro. Los joaquinistas están de plácemes, los felixistas y su gallo opaco, estoy seguro, ya detestan al “viejo”.
En la zarandeada que le dio Villanueva Madrid al sucio trepador Gabriel Mendicuti Loría,[1] que huyó graciosamente del borgismo para acariciar con su pezuña al joaquinismo y luego volver a la porqueriza de donde salió este ventrudo hombre de Mocochá, Villanueva Madrid acotó que la permanencia del PRI quintanarroense en el poder estriba en descargar todas sus baterías contra Carlos Joaquín González. Para Villanueva, a Joaquín González no se le puede llamar traidor porque su renuncia se dio “después de mucho golpeteo en su contra desde el poder”, y, en su nota referida, el ex gobernador se extraña de que al candidato de Morena Quintana Roo, el “pri-eto” José Luis Pech Várguez, nadie, ningún paniaguado o botafumeiro del priismo local, lo han llamado traidor ni se han ocupado en satanizarlo por el grupo en el poder, y esto, “quizá se deba a que José Luis Pech es del equipo, procede del gobierno priista, de un gobierno afín al gobernador actual”. Un hampón en el morenaje.
Esta opinión del ex gobernador, levantó ámpula en un segmento político del estado: desde luego que no les cayó como música de cámara al grupo donde refocila su amplio vientre Mendicuti Loría. La respuesta al escrito de Villanueva Madrid provino de un, al parecer, pendolista del equipo de Mauricio Góngora, quien “dudaba de la procedencia” del escrito de Villanueva, pues con el se hacía hacer creer del apoyo del ex gobernador a Carlos Joaquín González. Desde su blog y sus redes sociales (manejados, al parecer, por una de sus hijas), Villanueva Madrid respondió que no hay duda de que el muñón del ingeniero Mario está escribiendo desde su celda sobre asuntos de la política estatal. Y en uno de esos raros momentos sinceros de un político de la vieja guardia, que son muy parcos en hablar de otros políticos, Villanueva Madrid pintó de un brochazo lo que representa para él el felixismo (y, por ende, su marioneta Góngora, apunto aquí): “El exgobernador Félix González no es una persona confiable, entre otras cosas se vale de la mentira y el engaño, y por eso desde hace tiempo corté la relación con él”. Lo considera una persona maquiavélica que “no jugaría ni a las canicas, porque sería capaz de hacer ‘la roncha’. ¿Recuerdas qué era la roncha? Cuando los niños jugábamos y llegaba un gandalla que se llevaba las canicas a la mala”. Y en cuanto al apoyo o no que Mario Villanueva Madrid tiene respecto a Carlos Joaquín González, Mario escribió que “corresponde a cada lector interpretar mi escrito”. Más claro no pudo haber sido el ex gobernador. Lo interpreto positivamente.
Como creciente raíz de lluvia primaveral, el ex gobernador Villanueva Madrid despierta recuerdos y anhelos. El carisma que tuvo en su momento, es el mismo que hoy ven innumerables personas que abarrotan los mítines de Carlos Joaquín González.





[1] Véase el blog de Villanueva Madrid del 28 de marzo de 2016: http://mariovillanuevamadrid.blogspot.mx/2016/03/sobre-mendicuti-y-su-graciosa-huida.html?m=1

sábado, 2 de abril de 2016

Una ciudad de documentos a la que le sigue faltando su historiador: aproximaciones a las aportaciones del profesor Miguel Cervantes Aguilar para la historia de Tekax

El profesor Miguel Ángel Cervantes Aguilar en su estudio. Tekax.


El 19 de marzo de marzo de 2014 leí en el portal de internet del Diario de Yucatán una noticia triste para alguien que trataba, en ese momento, de salir del atolladero escritural de una tesis sobre la región de Peto que se expandía hasta proporciones pantragruéllicas, bordeando lo farragoso y lo infumable: la muerte del cronista tekaxeño, Luis Machaín Pereira (1923-2014).[1] En un artículo escrito el mismo día para hacer eco del fallecimiento de este cronista de la “Sultana del sur”, escribí algunas inexactitudes históricas que, luego, Efrén Torres Rodríguez, de la Asociación Cultural Tekaxeña y que actualmente trabaja en la reedición de la Monografía de Tekax del profesor tekaxeño, Miguel Ángel Cervantes Aguilar,[2] me corregiría amablemente.
En mi artículo sobre Machaín, refería que la casa en que vivió el cronista fallecido, la famosa Casa de Tres Pisos que se encuentra a una esquina rumbo a la Ermita de Tekax, fue fundada por Francisco de Bracamonte en 1559, cosa que sin duda, como me indicó Efrén Torres, no es así porque casi todo el casco histórico de Tekax, cuando mucho es de tiempos del auge cañero pre-guerra de castas.[3] O bien, no dudo que muchas casonas de Tekax, fueron erigidas en el segundo momento azucarero en Yucatán, que se dio a fines del XIX, muy similar a lo que ocurrió para la región henequenera cuando la boyante riqueza de los reyezuelos del henequén engalanó a Mérida y construyó sus Champs Elysees, en el Paseo de Montejo.[4] Desde luego, y como conocedor de la arquitectura histórica por ser su formación profesional la de arquitecto, Torres, citando un trabajo que yo desconocía de Millet Cámara, da la fecha de 1835 en que la famosa casa fue mandada a construir por un rico cañero y comerciante llamado Pablo Luján,[5] avecindado en Tekax cuando se dio un proceso migratorio de meridanos hacia la Sierra del Puuc para fomentar la agro industria azucarera en las primeras décadas de vida independiente en la península. Lujan era propietario, además, del hoy subsistente en ruinas ingenio Kakalná, localizado a escasas leguas al sur de la villa de Tzucacab. Desavecindado de Tekax posterior a la Guerra de Castas, Luján moriría en 1851, y la Casa de Tres Pisos pasaría a Anselmo Duarte de la Ruela, otro personaje principal en los inicios de la Guerra de Castas, sobreviviente de la “matanza de Tekax” de 1857.[6] Millet Cámara sostiene que igual el hermano de don Anselmo, Juan José Duarte, fue dueño de la casa. Posteriormente, la casa de tres pisos pasó a manos del padre del cronista Machaín Pereira, Ignacio Machaín Partida.[7]
En el artículo que escribí sobre Machaín Pereira, sin embargo, considero que no todo estaba errado. Sigo insistiendo en estos puntos a pesar de que ahora conozco la obra monográfica y literaria del maestro tekaxeño Miguel Ángel Cervantes Aguilar,[8] que al contrario de Machaín Pereira, sí puso en letra impresa el cariño que siente a su matria tekaxeña. No obstante, hay que decir que el trabajo del maestro Cervantes Aguilar se trata, propiamente hablando, de una monografía muy acotada en sus temáticas como son las monografías descriptivas y amontonadoras de hechos y de anécdotas; a veces, esquematizadas y sin explicaciones de los procesos de largo alcance, con literatura secundaria las más de las veces, y sin discurrir en el mar de documentos y de perspectivas genuinas que nos posibilita el trabajo en los archivos. Aunque siempre he considerado la valía de los cronistas para los trabajos de microhistoria,[9] igual insisto en que Tekax debería de contar con una historia total y escrita de forma profesional. Decía en mi artículo, que la:
La "madrota del Sur" (así se le conocía a la soberbia Tekax, levantada en las estribaciones de la Sierrita Puuc, cuna de Duartes, Romeros y Escalantes, pero también de Chanes de Xaya), que en septiembre de 1857 fue víctima de un brutal ataque de las tropas comandadas por el general santacruceño rebelde Crescencio Poot, no obstante la carnicería que sacudiría y embadurnaría con tinta roja sus cimientos coloniales, sería la que más se recuperaría económicamente, pues para 1890 el partido de Tekax producía casi todas las hectáreas de caña dulce en Yucatán, aunque el partido de Peto no se le quedaba atrás.[10]
Refería que en mis investigaciones sobre el Partido de Peto, había encontrado “mayor material para hacer la historia total de Tekax, pero opté por la matria en vez de esa ciudad sureña que me interesa demasiado”. Me extrañaba, y me sigue extrañando, el hecho de que siendo Tekax una ciudad donde los archivos (meridanos, aunque no descarto locales y hasta pueblerinos[11]) son bastos, la producción bibliográfica fuera parca: un poemario descabalgado, una monografía frugal, y un libro lejano de Miguel Civeira Taboada hablando sobre Ricardo Palmerín. Sin embargo, y mirando el modelo histórico construido para el Partido de Peto y que puede servir para hacer una microhistoria total y de largo alcance de Tekax,[12] aduje que:
[…] esta parca muestra bibliográfica no debe desalentar al posible historiador o historiadora de Tekax, ya que, como he señalado, la abundancia de fuentes de archivo por sí sola construiría una historia con fuste y cuerpo para Tekax: una historia robusta para “poner en práctica todos los pormenores del método”, como quería González. No siendo una “ciudad letrada” como Mérida o Valladolid con harta producción bibliográfica realizada, no obstante, Tekax entra de lleno a una categoría que podemos bautizar como “ciudad de archivo” (salvo que los archivos están en Mérida): Tekax fue capital regional de la subregión sureña, en ella estuvieron y están los juzgados de segunda instancia, en ella se concentra el mayor número de libros notariales, en ella existe mayor riqueza hemerográfica, y tal vez entre algunas familias tekaxeñas, todavía ha de haber sorpresas de archivos locales vírgenes… Mi región de estudio, Peto y sus pueblos comarcanos, no fue ni “ciudad letrada” ni menos “ciudad de archivo”.[13]
El análisis de la región de Tekax que se plantea puede seguir el modelo que trabajé para Peto: ciudad pionera en el periodo azucarero, después de la Guerra de Castas pasaría por un momento difícil en su sobrevivencia al convertirse en un “partido fronterizo”, siendo el año de 1857 el momento más álgido de esta etapa de depresión social, económica y demográfica.[14] Después, y como apunta Serapio Baqueiro en 1881, los cañaverales tekaxeños reverdecerían.[15] De igual modo, en un posible trabajo se podría hacer el análisis de las relaciones políticas entre Tekax y sus pueblos  como Tixmehuac, Xul, Ticum, Xaya o Becanchén[16]; o bien, analizar las estructuras “catrinas” de poder en Tekax en el siglo XIX y XX (cuna de Duartes, Romeros y Escalantes), establecer las olas de cambios políticos devenidos con la irrupción violenta de las masas campesinas en la etapa revolucionaria de 1909 a 1924, y seguir con la senda del azúcar en tiempos de los repartimientos agrarios posibilitados por los documentos agrarios, así como innumerables registros notariales. Las descripciones geográficas de la Sierra, el Valle y la llanura tekaxeña,[17] la visita a los archivos nacionales,[18] las correrías en la Mapoteca Orozco y Berra de la Ciudad de México, así como en el Registro Agrario Nacional y la ayuda de innumerable bibliografía secundaria en bibliotecas meridanas, nos posibilitaría sobre manera un estudio profundo y necesario de la región tekaxeña. De igual forma, valdría la pena estudiar los procesos contemporáneos del Tekax actual indagando en la memoria de los mayores, sin descartar un trabajo profundo sobre las historias orales,[19] el rescate de archivos locales,[20] fototecas locales y meridanas,[21] o la profundización, y en dado caso, corrección, en temas tocados por las monografías de Tekax. Se hace necesario, de igual modo, un estudio sistemático de las haciendas azucareras rescatando sus tecnologías productivas, hídricas, así como su arquitectura,[22] haciendo un recorrido a pie para la comprensión geoespacial del sistema azucarero que hoy guarda ruina selvática y, ¿por qué no?, crear proyectos turísticos concretizados en propuestas museográficas donde se toquen estos procesos que la región ha pasado en 200 años de historia. No se puede dejar al garete o al azar ningún tema, toral de Tekax ya sea económico, político, social o religioso, para tener una visión totalitaria del Tekax contemporáneo.
Este trabajo sobre una posible “historia universal de Tekax”, desde luego que deberá ser un trabajo colectivo de los hijos de Tekax, sin descartar la mirada del historiador profesional que intenta comprender al sur y aquilatar sus características singulares, que mientras más se adentra al sur, la distinción geográfica y espacial respecto a los procesos meridanos, se hace más profunda. Pienso, como ejemplo de libros colectivos escritos para las historias locales, en la obra de Biachi y Ramírez,[23] pero igual hay que ver un futuro libro de Tekax con factura no exclusiva de monografía,[24] como un nuevo cause en la historia regional que se escribe en Yucatán, como un elogio de las historias locales y las matrias queridas, muchas veces, en contrapunto con las jaranas y las “bombas” meridanas. En Yucatán, es un hecho que Mérida es sede y cuna del monopolio de la historiografía regional,[25] siendo la mayor parte de los historiadores yucatecos de origen meridano. Sin embargo, recientemente, trabajos como el de Eiss, o el trabajo pionero de Aboites para Espita, así como mi estudio para Peto, [26] han modificado esa mirad hegemónica de los procesos históricos acaecidos en Yucatán. Estos trabajos, y los que vienen, responden al dictum de la academia mexicana precitada: Fuera de Mérida, hay un mar de procesos históricos y pueblos que modifican, replantean y hasta difieren de la hegemonía meridana, incluido Kanasín.

Los trabajos del profesor Miguel Cervantes Aguilar

Todo este trabajo de pespunteo y sugerencias de un historiador del sur de Yucatán para un futuro libro de historia total de Tekax, se debe a un acercamiento que he tenido con la obra de un hijo de la Sultana del sur que, a falta de historiadores comprometidos con la historia de esa ciudad, ha escrito una monografía de su ciudad, de Tixcuytun, así como trabajos cuentísticos, y uno de mitos y leyendas.[27] Me refiero al profesor Miguel Ángel Cervantes Aguilar (nacido en 1941), salido de la Escuela Normal Rodolfo Menéndez de la Peña, profesor en Tabasco, en José María Morelos (1964) cuando era parte del Territorio de Quintana Roo, y en Cancún. Ha escrito una monografía de Tlacotalpa, Tabasco. En José María Morelos, se interesó, como todo intelectual pueblerino nacido en esa gran región que va  de Tekax pasando por Peto y Valladolid, en la Guerra de Castas, y de ahí surgió en 1990 la obra Edificios religiosos en Quintana Roo, publicada por la Secretaría de Educación y Cultura en Quintana Roo. Dando clases en la Universidad Lasalle de Cancún, se interesó por las cosas de su terruño, y así fue como plasmó, en tres tomos que luego se convirtió en un solo volumen, una monografía titulada Tekax desde antes de ayer hasta hoy.[28] En propias palabras del profesor Cervantes Aguilar, la idea de hacer una monografía de Tekax surgió a mediados de la década de 1990, cuando daba clases en el colegio La Salle de Cancún. Como parte de las clases, con sus alumnos elaboraba monografías de distintos lugares. Con sus alumnos visitó Tekax, y éstos le cuestionario por qué no hacía una monografía de su tierra. Fue así como en el 2007 publica su primer volumen de la monografía, seguido en el 2009 por el tomo II, y en 2010 una compilación  de ambos. El conocimiento al trabajo de este profesor tekaxeño interesado en la historia matria, se debió a un mensaje vía Facebook hecha por el arquitecto Efrén Torres, quien había leído mi artículo sobre la muerte de Machaín Pereira.  


Lamentablemente, no tengo a mano más que un libro del profesor Cervantes Aguilar, el de los Mitos y leyendas,[29] pero puedo borronear algunas ideas sobre la falta de una historia con hechura y soporte historiográfico profesional. Considero que a Tekax le sobran archivos a indagar tanto en Mérida como en Tekax y en sus pueblos mismos, documentos, libros y tesis que tocan tangencialmente esa ciudad, pero le falta un historiador comprometido y conocedor de la historia de esa región que en un tiempo fue cañera, para dar a la estampa un libro con factura de historia profesional, sin las limitaciones de las monografías. Sin embargo, el trabajo del profesor Cervantes Aguilar es un comienzo, un camino que hay que indagar a futuro y, desde luego, enriquecer y, por qué no, modificar con los aportes de la historia profesional. No podemos seguir con esa modorra tropical propia de la siesta eterna que tal vez cunde en Tekax (Cervantes Aguilar es la excepción), con esa pereza historiográfica, o esperanzarnos a que los cronistas vitalicios, cuya parca obra no hace homenajes a los escritores reunidos en La Voz del Sur, El Fronterizo y otros periódicos impresos en esa ciudad hace muchos ayeres, se les hinchen sus regaladas ganas para darnos una historia del sur que se aunaría con la historia de la Sierra en su conjunto. ¿Cuándo nos pondremos el overol de historiador?






[1] “Recuerdan a historiador de Tekax. Luis Machaín fue admirador de Ricardo Palmerín”. Diario de Yucatán, 19 de marzo de 2014.
[2] Véase Miguel Ángel Cervantes Aguilar, Tekax. Monografía. Desde antes de ayer hasta hoy. Tekax, Yucatán, 2010. Anteriormente, el libro había aparecido en años previos en dos tomos.
[3] Comunicación personal con el investigador tekaxeño Efrén Torres Rodríguez. Desde luego, esta idea de Torres lo comparto. Farriss, cuando habla de la arquitectura de las estancias ganaderas, refiere “lo muy primitivos que eran esos ranchos”. Solo al final del siglo XIX “las imponentes estructuras que actualmente vemos en las viejas haciendas datan casi siempre de la época del henequén, la fibra que tanta prosperidad traería al Yucatán del siglo XIX”. Nancy Farriss, La sociedad maya bajo el dominio colonial, México, Conaculta, 2012, pp. 57-58.
[4] Para el embellecimiento de Mérida, cfr. Arana López, Gladys N., “Espacios, sujetos y objetos del habitar cotidiano en el México de entre siglos. Mérida la de Yucatán, 1886-1916”, Memoria Sociológica, Bogotá (Colombia), 17 (35), julio-diciembre, 2013, pp. 236-261; Barceló, Raquel, 2005, “La búsqueda del confort y la higiene en Mérida, 1860-1911”. En Historia de la vida cotidiana en México, Bienes y vivencias. El siglo XIX, dirigido por Pilar Gonzalbo y coordinado por Anne Staples, 213-252. México: FCE-COMEX. Sobre el segundo momento azucarero, para la región de Peto, véase mi artículo “La región de Peto a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX: paisajes rurales de los hombres de las fronteras”.  Boletín AFEHC N°62, publicado el 04 septiembre 2014, disponible en: http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=3820   
[5] Pablo Luján aparece en el Volumen I del Registro Yucateco, siendo uno de los 18 suscriptores tekaxeños de ese importante periódico literario e histórico publicado bajo la égida de Justo Sierra O’Reilly. En el Tomo I del Ensayo sobre las Revoluciones de Yucatán desde el año 1840 hasta 1864 (cito la edición meridana de 1871), Serapio Baqueiro apunta que a principios de 1847 fue encargado de la Jefatura Política del Partido de Tekax. Igual véase AGEY, Poder Ejecutivo, sección juzgado de primera instancia de Tekax, serie Justicia, Joaquín Cetina y Pablo Luján informan al secretario general de los asesinatos perpetrados por don Pastor Gamboa del cacique, alcalde y escribano de la república de indígenas de Tabi, caja 144, vol. 94, exp. 5 (1847).
[6] Sobre el pionero azucarero de la región de Peto-Tekax, Anselmo Duarte de la Ruela, véase mi tesis Paisajes Rurales de los hombres de las fronteras: Peto (1840-1940), tesis doctoral, CIESAS, 2015, pp. 77-79­.
[7] Luis Millet Cámara, “Arquitectura doméstica en el medio rural del siglo XIX”.  I’INAJ.  Número 15, diciembre de 2015. Sin embargo, en un artículo de Machaín Pereira, este pone como fecha de construcción el lustro 1798-1803, lo cual resulta poco creíble. “Hogar de un diputado constituyente. Miguel Alonzo Romero nació en la casona de Tekax”. Diario de Yucatán, 26 de enero de 2006.
[8] En mi artículo de marzo de 2014, no apunto el nombre de este profesor tekaxeño, ya que desconocía su trabajo de cronista y rescatador de las historias orales de Tekax.
[9] Y esto, en el entendido de que uno de los padres fundadores de la historiografía profesional del siglo XX, don Luis González, reivindicó en más de una ocasión la valía de los “todistas” del pueblo, de los sabios de aldea y los trabajos a ras de suelo o desde la perspectiva parroquial de la “historia matria” vista de forma cualitativa y no cuantitativa (Carlo Ginzburg, “Microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella”, en El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo falso y lo ficticio, México, FCE, 2010, pp. 354-55).  Para González, la razón de por qué los historiadores encopetados y urbanos (crítica que se puede extender a muchos historiadores meridanos, los cuales tal parece que, para ellos, las perspectivas y procesos históricos de la península son una excrecencia y un humor salido de Mérida, y su metodología historiográfica tal vez se plantee del modo siguiente: Fuera de Mérida todo es Kanasín) desdeñaban a la historiografía local, de villorrios y pueblos,  se debía a múltiples razones: “Por desprecio con que se ve a la existencia de toda minoría, por el desdén de la sociedad industrial hacía las formas campesinas de vivir, porque se les niega competencia, en los medios de los historiadores profesionales, a los cronistas lugareños. En México, en el México culto, no parece gozar de ninguna aceptación esa historiografía. Por lo mismo, no es inútil repetir los argumentos que la justifican fuera de su pequeño mundo y principalmente en la república de las letras y de las ciencias”. Sin embargo, González, quien con Pueblo en Vilo irrumpió en la historiografía nacional con una perspectiva novedosa, pueblerina y sentimentalmente anclado a la “matria”, la importancia de los estudios locales se debe a que: “aporta experiencias humanas ejemplares para cualquier hombre, tanto porque los campesinos tienen cosas que enseñar” como porque “se alcanza una mayor aproximación a la realidad humana”, porque la educación histórica de la niñez debe comenzar con el relato del pequeño mundo donde vive el niño” y porque es un gimnasio historiográfico para los estudiantes de historia, ya que “la historiografía local, como ninguna otra, exige la aplicación de todas las técnicas heurísticas, críticas, interpretativas, etiológicas, arquitectónicas y de estilo; es la mejor manera de poner en práctica todos los pormenores del método”.  Clemente Villagómez Arriaga, Luis González González, en http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/mexico/gonzalez-gonzalez.htm consultado el 2 de abril de 2016.
[10] Gilberto Avilez Tax, “Tekax: una ciudad sureña en busca de su historiador”. Desde la Península…y las inmediaciones de mi hamaca, 19 de marzo de 2014.
[11] Es decir, los reportes hemerográficos y manuscritos de la época, memorias de gobernadores, libros estadísticos, censos, boletines y relaciones de jefes políticos como fuentes primarias; así como libros, tesis, artículos varios que hacen referencia tangencialmente a Tekax. De igual modo, una etnografía de Tekax y sus pueblos haría falta de forma plena para entender la dinámica actual de la región de la sierra.
[12] Y esto, en el entendido de que los procesos históricos transcurridos por la región de Peto y Tekax son muy similares: ambos fueron partícipes de los procesos migratorios acunados por el periodo azucarero de la primera mitad del XIX, ambos se convirtieron en “regiones de frontera” expuestas a los ataques de los mayas rebeldes (recordemos la matanza de Tekax), ambos reactivaron la caña  en la segunda mitad del XIX hasta entrado el XX, y los procesos políticos del Porfiriato y la Revolución, así como la reforma agraria, los emparientan. Tal vez la diferencia pueda ser el periodo del chicle, que fue mayor su intensidad en Peto que en Tekax.
[13] Gilberto Avilez Tax, “Tekax: una ciudad sureña en busca de su historiador”. Desde la Península…y las inmediaciones de mi hamaca, 19 de marzo de 2014.
[14] Sobre la matanza y saque de Tekax del 14 de septiembre de 1857, véase mi artículo aproximativo “Cuando la Sierra se pintó de rojo: Tekax, 14 de septiembre de 1857”, Desde la Península y las inmediaciones de mi hamaca, 27 de marzo de 2016.
[15] Algunos apuntes de Tekax para este periodo, fueron matizados y sugeridos a lo largo de mi tesis doctoral.
[16] Rugeley lo ha analizado para el Becanchén pionero de la expansión tekaxeña preguerra de castas. Cfr. Terry Rugeley, Rebellion now and forever: Mayas, Hispanics, and caste war violence in Yucatán, 1800-1880,
Stanford, Stanford University Press, 2009.
[17] En su trabajo monográfico, Cervantes Aguilar aproxima unas breves y sucintas descripciones sobre estos tres tipos de paisajes geográficos que se visibilizan en la región tekaxeña.
[18] El Archivo General de la Nación (AGN) guarda un mar de documentos sobre los pueblos yucatecos, en su Fondo Presidentes. De igual modo, en mis visitas al Archivo Histórico del Agua, en la ciudad de México, encontré bastante documentación sobre los pueblos tekaxeños.
[19] De hecho, Michel Boccara, aunque el texto que presenta no es propio de la historia oral, refiere una explicación mitológica del periodo azucarero. Boccara entrevista a “Don Machín”, que no es otro que Machaín Pereira.
[20] Por ejemplo, la necesaria digitalización del mayor de los números de La Voz del Sur, periódico publicado en Tekax durante un gran periodo de tiempo (década de 1940 hasta la década de 1960). De igual modo, digitalización o reproducción de los documentos, libros y materias de consulta en las bibliotecas personales de cronistas de Tekax, como el desaparecido Luis Machaín Pereira, Fernando Bautista Buenfil, o, incluso, el propio archivo de Miguel Ángel Cervantes Aguilar. Del mismo modo, se hace necesaria una investigación sobre la existencia o no de archivos personales de quien fuera director de La Voz del Sur
[21] En este sentido, es interesante el fomento a la historia matria que se puede encontrar en la Fototeca Pedro Guerra, de Mérida, así como en el Fondo Audiovisual de la Biblioteca Yucatanense. Sin embargo, no me cabe la menor duda que en las familias tekaxeñas, algo de los recuerdos del Tekax del daguerrotipo quedará.
[22] Al parecer, el cronista Fernando Bautista Buenfil, tiene un estudio sobre las haciendas azucareras de Tekax, pero como la mayoría de los cronistas locales de ese lugar, han sido poco eficientes a la hora de publicar los resultados de sus trabajos.
[23] Renán Gongora Biachi y Luis Ramírez Carrillo, Valladolid: una ciudad, una región y una historia, Mérida, Yucatán, UADY, 1993.
[24] Las monografías, propios de cronistas y aficionados a las fechas, son descripciones necesarias de lugares, pero las microhistorias son más exigentes en sus objetivos totalitarios, explicativos e interpretativos.
[25] Y una crítica que se le ha hecho a la historia regional, es si en verdad se trata de una historia regional, o una historia de las ciudades hegemónicas.
[26] Luis Aboites Aguilar, La revolución mexicana en Espita, Yucatán (1910-1940): microhistoria de la formación del estado de la revolución, México, CIESAS;  Paul K. Eiss, In the name of El Pueblo: place, community, and the politics of history in Yucatán, Durham, London, Duke University Press, 2010;  Gilberto Avilez Tax, Paisajes rurales de los hombres de las fronteras: Peto (1840-1940). Tesis que para optar al grado de Doctor en Historia, México, CIESAS, 2015.
[27] Cfr., los trabajos del profesor Cervantes Aguilar que se pueden encontrar, creo, en la biblioteca municipal de Tekax y en la Asociación Cultural Tekaxeña: Mitología maya en Tekax. Leyendas, cuentos y poemas, 2009; Tekax, monografía. Desde antes de ayer hasta hoy, 2010. Desconozco el editor, arguyo que es del propio profesor Cervantes Aguilar.
[28] Para estos datos, me he servido de la semblanza del profesor Cervantes Aguilar, proporcionado por Efrén Torres Rodríguez.
[29] En otro artículo que apenas redacto, reseñaré esta libro. 

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