domingo, 27 de diciembre de 2020

En busca de Gregorio Vázquez Canché, una leve aproximación a su obra




Hace exacto dos años, por medio del Facebook de mi amigo, el poeta en lengua maya Gregorio Vázquez Canché, supe de un artero y liliputiense ataque verbal contra el maestro, proferido por alguien de menor cuantía literaria.
A Gregorio Vázquez Canché lo considero como uno de los maestros de la lengua, la escritura y el pensamiento maya en la actualidad, lo mismo piensa el catalán Francesc Ligorred Perramon. Su labor de poeta es de largas leguas en las letras quintanarroenses y peninsulares, tiene innumerables estudios sobre las tradiciones y costumbres de los herederos de la Cruz Parlante, y su trabajo se escora en el compromiso con la historia de resistencia del pueblo maya, y el ser pionero en hablar sobre los derechos indígenas en la Península, participando en la crítica a los 500 años de colonialismo, desde la resistencia de los pueblos originarios de México. Sin embargo, por ser un escritor que no pide canonjías y dádivas editoriales al ogro filantrópico, su obra impresa es reducida, cuenta con un puñado de poemas en una antología de hace pocos años, y un largo ensayo sobre la cosmovisión maya, El aliento protector de la cultura maya, ambos textos editados en Quintana Roo.
En el 2018, para estas fechas, Édgar Rodríguez Cimé, escritor monolingüe en castellano, que se considera tlacuilo del actual pensamiento y literatura maya, desde su conciencia de priísta de izquierdas, comentando un ensayo del catalán Francisco Ligorred Perramón sobre la nueva literatura maya que aparece en el Tomo II de la nueva Enciclopedia Yucatanense, espetó a Feliciano Sánchez Chan y a Vázquez Canché esta lapidaria aserción:

“Después de 500 años de resistencia armada y biocultural, resulta altamente apreciado “el compromiso político de los escritores con su arrinconado pueblo”. En el escenario poético, dos de los “tres maestros de escritores” mencionados por Ligorred: Feliciano Sánchez Chan y Gregorio Vázquez Canché, han sido cuestionados por los propios literatos por su papel de “ladinos” gubernamentales”.


¿Quiénes son los cuestionadores? Nada más y nada menos que Rodríguez Cimé, nadie más que él, que no escribe en maya sino en una especie de lenguaje entre urbano y campirano del solar yucatanense (el hablar de la calle vuelta literatura menor de entretenimiento). Rodríguez Cimé le dice “ladino gubernamental” a alguien que durante toda su vida laboral y su carrera literaria no ha pedido canonjías presupuestales para publicar “14 libros”, pero sus poemas son de una poética que se enraíza en lo profundo de la historia y la cosmovisión maya haciéndole frente a las olas de la devastación occidental en el antiguo territorio cruzoob, en resistencia contra la Xcaret-ización turistera. Rodríguez Cimé, es un escritor que nos sorprende a veces por sus desatinos: apuntar del desaparecido Javier Gómez Navarrete como alguien que reside “fuera de la península” y que por tanto no podía ser el primer escritor en lengua maya en escribir una novela, o sus querellas de partidos –la clásica revancha y guerra intertribal de los Xiu de Xaya y los Cimé de Sotuta- contra Feliciano Sánchez Chan, son lo pintorezco, lo pasable y disculpable. Pero decirle a un escritor como Gregorio Vázquez Canché, cuya historia de vida ha estado siempre abajo y a la izquierda, de ser un ladino gubernamental, es una estolidez de alguien que recientemente hizo su genio porque la Sedeculta panista, que ya no es la misma Sedeculta priísta donde fueron publicados buena parte de sus 14 libros, lo invitara a un convivio en el día del escritor en Yucatán: “No sé cómo se atreven a invitarme al ‘Día del Escritor’, cuando NUNCA me ha apoyado la Secretaría de la Cultura y las Artes, del Gobierno de Yucatán, las veces que lo he solicitado”. Los clásicos “apoyos”, pero los ladinos gubernamentales son otros. En fin, creo que todos los amigos se equivocan en un momento: Édgar es mi amigo, Gregorio es mi maestro. Respeto a ambos porque ambos, con sus libros, han formado parte de mi vocación literaria y mi amor por las cosas de Yucatán.





Postdata: un leve acercamiento a la obra de Gregorio Vázquez Canché

Hace un tiempo, el 30 de septiembre de 2019, al saber de que se terminaba un programa de radio conducido por Vázquez Canché y en donde participé en dos ocasiones hablando de los pasajes y personajes menos conocidos de la Guerra de Castas, escribí esta aproximación a Vázquez Canché

Gregorio Vázquez Canché, el poeta de Yool lik’ t’ano’ob

Hace media hora, el maestro Gregorio Vázquez Canché, poeta y ensayista en lengua maya, subió a su muro de Facebook lo siguiente:
“Cierre de Yool Iik' - T'ano'ob, miles de letras, un baktun de pago palabras, un sinfín de Voces y muchos amigos hicieron posible este jolch'ak”.
Reconozco desde este espacio a mi amigo y maestro, Gregorio Manuel Vázquez Canche, por su incansable labor al frente de su valioso programa, donde tocó todos los temas habidos y por haber sobre el gran pueblo maya de Quintana Roo y la Península de Yucatán. 
Me extraña esta salida intempestiva, no creo que se deba a elementos extraños y aviesos que abundan en los mentidores culturales de Carrillo Puerto, creo que la labor intelectual del maestro Gregorio está fuera de toda discusión. Yo dos veces tuve la oportunidad de estar en programa hablando sobre la Guerra de Castas y aproximándome a la biografía del caudillo Crescencio Poot Lira.
Hace un par de años, comencé una aproximación a la obra del maestro Gregorio (inacabada, que se encuentra en el tintero) del modo siguiente:

Gregorio Manuel Vázquez Canche, el amigo y maestro, vino de su lejano Tekantó para aprender un nuevo lenguaje: el lenguaje verdadero, sin dobleces, de los pueblos en resistencia. Como el oxkutzcabense Felipe Nery Ávila Zapata, Vázquez Canché, ha sido el amanuense, secretario, el escritor y poeta de los tatiches y jefes mayas del centro de Quintana Roo. De su trabajo, todos los interesados por las cosas de los herederoS, hay que decir que no es de hoy, no es de ayer: es de décadas atrás desde que llegó, casi adolescente, a estudiar en Felipe Carrillo Puerto.
Cuando nadie hablaba sobre derechos indígenas en Quintana Roo y la península, cuando los que hablaban de esos “otros derechos” eran vistos como “rojos” y “comunistas”, Gregorio y “los abuelos", los batabes de los centros ceremoniales continuaban ese diálogo de larga duración autonómica que iniciara Cecilio, Jacinto, Manuel Antonio, Florentino, José María, Crescencio, etc., en eso que se conoce como Guerra de Castas de Yucatán. "Seguimos guerreando", afirma Gregorio, y yo le digo: "seguimos guerreando", Goyo.
Porque como escribes en tu libreta inacabada de notas, Gregorio, la rebelión de los muertos de 1847, de esos muertos que tienen más vida en la memoria de los mayores, es lo que nos impulsa a trabajar, Gregorio, para que:

"De los huesos cocidos debajo de la tierra
surge la voz de los hombres verdaderos
resucitan la sangre del gran profeta
y se revelan los secretos de los ancestros
Que se bendigan las ofrendas en las cuevas
se extinga dolor y tristeza
se apaguen deseos de espíritus
y se destierren discordias y avaricia
Con pasos firmes debajo de las piedras
renacen los caminos blancos del Mayab
y de los cerros bajen los grandes consejos
para abrigarlos en lo más hondo del corazón.
Y cuando el Sol Padre fecunde a la Abuela Luna
y el vientre de la Tierra Madre aborte fuego
enfurecerán los vientos y los Cháako'ob
Yuum K'uj, protege la vida de tus hijos".

Esperemos, maestro Goyo, que otros programas radiofónicos estén en el horizonte, maestro. 


sábado, 26 de diciembre de 2020

Solo falta que prohíban la quema del muñeco de año viejo




Vivimos los tiempos más oscuros de lo "correcto", de las visiones maniqueas sobre qué es lo que se debe de hacer y qué se tiene que desterrar de las costumbres actuales. Ninguna sociedad ha sido más parricida y matricida que la nuestra: los viejos apestan, y no pasa un día que no les recuerden sus costumbres tan salvajes. 
El pensamiento animalista ha ido en contra de la corrida de toros, de la pelea de gallos y hasta, en su radicalidad, pugna porque todos seamos vegetarianos. Mañana saldrán los defensores de los vegetales y, si seguimos aceptándolo todo sin cuestionar nada, pronto comeremos piedras. Y pasado mañana saldrán los defensores de las piedras y minerales, y dejaremos de hacer nuestra cochinita de piedras para terminar por comer nuestra misma mierda. La mierda será un producto suntuario y los pobres nacerán sin culo, profetizó el fabulador de Aracataca. 
Ahora, de un tiempo a esta parte, cada diciembre nos arremeten con discursos que buscan la prohibición de las bombitas, de los voladores, hasta de la más inocua luz de bengala con que celebro el nacimiento del Cristo, la chispa divina que cortó la oscuridad primigenia. 
En ese tren de la prohibición sin contemplaciones, pronto, la quema del muñeco de año viejo, ritual que ninguna familia yucateca deja pasar el último minuto del 31 de diciembre, será otro frente de guerra, otra batalla que librar para erradicar esa bárbara costumbre, ese ritual entre satánico y canibalesco, de quemar simbólicamente al año viejo, y con él el año perro que culmina.
Mientras los ucases del zar de los morigerados y las sentencias sin apelación del santo oficio de los anti-bombitas, no lleguen a mi aldea, no perderé esa costumbre que me enseñaron mis mayores y prenderé el muñeco de año viejo, le diré pestes a su memoria, lo desollaré vivo y le advertiré que no regrese nunca y que se vaya a la mierda con su pútrido Covid.

lunes, 14 de diciembre de 2020

De los "jach mayas y los "kaas mayas" en la política quintanarroense: apuntes rápidos antes de tomar mi cafe




Para los gobiernos en turno de Quintana Roo existen dos tipos de mayas: los "jach mayas" cruzoob, y los otros mayas que vinieron a repoblar. Esta dicotomía debe desaparecer en ese discurso romántico y clientelista (así como el INMAYA debe desaparecer), para ser más exactos, debe desaparecer ese discurso romántico y clientelista acunado por una historia y una antropología romántica y clientelista.
Creo que debe haber una completa redistribución de la riqueza generada por el turismo y no simples dádivas culturalistas que se destinan a los centros ceremoniales mediante una suerte de becas de 500 pesitos mensuales a los tatiches más sus canastas navideñas de fin de año y sus velas para el santo.
No, la autonomía va más allá de eso, implica una completa transformación del pueblo y de la relación del Estado con el pueblo maya (diversos y cambiante), una construcción de las herramientas para el desarrollo (un solo ejemplo, mayor camino de la educación en la zona maya), donde el binominio cultura-economía local no sea separable.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Chan Mozón



El mozón es el remolino más pequeño de todos, pero el más peligroso. Dicen los abuelos que hay que tener cuidado con el mozón, pues aunque pareciera no tener tanta fuerza como sus hermanos mayores los huracanes, puede llevar a cada milpero que camina por los senderos y trochas del monte, directo a la mata de chukun, repleta de espinas. Cuando el mozón te atrapa en el chukún, el campesino sabe que tiene que invocar a los yuumtsilo'ob, los dioses del monte. Dicen los que saben estas cosas de esta tierra, que el mozón es presagio de huracanes. Al mozón el campesino sabe cómo atraparlo: con su sombrero cuando comienza a crecer en los cruces de los caminos lo atrapa, luego sale de ahí seguro una culebrita, o una lagartija, es un viento que se libera.

Del mozón sale la canción "Chan mozón", el pequeño remolino:

"Cuidado niño, oríllate, porque a la mitad del camino cruza el pequeño remolino, el chan mozón.
Si te llega a pegar, vas a tener que ir con un meen para santiguarte.
Te van a dar jarabes para que tomes
Y hierbas para que te bañes y limpie
El mal espíritu que ha atrapado tu cuerpo.
Así que, niño, no te confíes ni te dejes engañar,
que las pequeñas cosas podrían ser mortales".



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Me preguntaron por qué escribí incorrectamente la palabra "monzón", ese viento periódico que sopla en mares como el índico, unas veces de un lado y otras dando círculos embriagados, según la clasificación del monárquico RAE y sus enarcadas cejas de lexicógrafa fifí.
Conozco sus palabras tolvaneras, sus vientos alisios y sus polvos que se arrastran. Yo respondí que escribo este español peninsular, el de mis mayores, con las palabras de mi pueblo, con la mixtura, textura y terrosidad del pueblo maya, inventor del mestizo español yucateco.
La N y la Ñ fue casi comida en la Colonia, hay que decirle a los gramáticos eso, que mejor preferimos la M del Yumm; y del viejo monzón índico, el pueblo maya abrevió esa palabra, le dio ingravidez, la bañó con las aguas zuhuy del cenote de Maní.
Ahí tienes tú ese compendio de toponimias escrita por el campechano célebre, Pacheco Cruz, cuando descorre la semántica de la palabra Temozón: "lugar aquí de remolinos". "Remolino de viento", asegura el sabio Barrera Vásquez y su grupo de tlacuilos. Y en las distintas clases de vientos, de los nueve vientos de la rosa de los vientos, el mozón, ese niño remolino, puede convertirse en el temido dios "moson ik'", el huracán creador.
Un hombre diligente y trabajador, que no se queda a dormir en su pasel todo el día mientras las milpas son olvidadas, hay que llamarlo un "moson k'ab", el que tiene fuerza de un torbellino, y si el amor o el deseo carnal incita sus días, se convierte en un "moson k'ak, una llamarada de fuego grande, más allá de la muerte como diría el clásico.
Nadie subestime las palabras del pueblo. Toda la poesía de la historia de los hombres comenzó en el cruce diario de las palabras sedientas, en el cruce de los caminos donde aguarda el chan mozón.

Los motivos de Raimundo Chi: "Solo la guerra purificaría todas las injusticias que los blancos han cometido contra nuestro pueblo"

Si Tzucacab fue el pueblo de la firma de aquel tratado, en Peto la cosa se recompuso. Días después de que el Cura Vela y Pat lo suscribieran...

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