lunes, 16 de marzo de 2020

Lecturas del Coronavirus desde el Nuevo Viejo Mundo tropical


Hace 500 años, los pueblos indígenas del Nuevo Mundo sucumbieron por racimos debido a la guerra bacteriológica traída desde la Vieja Europa. Hoy, en Europa, un virus proveniente de China (aunque se ha dicho que se trata de un arma bacteriológica facturada en Estados Unidos) se ha ensañado con países como España (el karma existe), Francia, Suiza, Alemania e Italia. Los chinos, que demostraron una vez más su fuerza descomunal, al parecer han logrado controlar la crecida exponencial de casos de coronavirus. 
El gobierno de Donald Trump hace unos días por fin cerró las fronteras de su país a los vuelos provenientes de Europa, lo mismo han hecho algunos países latinoamericanos como Guatemala, y Belice igual ha decidido optar por el aislamiento voluntario, poniendo a sus ciudadanos al resguardo de cualquier contacto proveniente de Europa y China.
            Ayer, en un vuelo rápido de la imaginación, me pregunté cómo reaccionaría ante la pandemia mundial del Coronavirus si fuera dictador de hierro de una isla caribeña. Supuse que decretaría de inmediato la prohibición al acceso a playas, bares, giros negros, plazas públicas, iglesias y romerías a la población. Los enclaustraría con la fuerza de las bayonetas. Cerraría las fronteras e invocaría al pueblo a un periodo de racionamiento indefinido. Mandaría las tanquetas y a los soldados a vigilar mi ucase dictatorial, y se suspenderían los derechos y garantías (libertad de reunión y de información), decretándose el toque de queda permanente más que para comprar productos a horas definidas. A grandes males, grandes remedios. Pues bien, mi perspectiva mágico realista no estaba del todo errada, y es que algunos países en el mundo han tomado esas draconianas medidas. Por ejemplo, en Irak se decretó el toque de queda en Bagdad y seis de sus diez provincias del país, debido a la epidemia mundial del coronavirus. En el Líbano, se anunció el cierre de todas sus fronteras por tierra, mar y aire. El gobierno de Teherán ha instado a sus gobernados a quedarse en casa para frenar la epidemia, que ha costado la vida a 724 personas hasta ahora. En Rusia, con 63 casos, el gobierno de Putin ha restringido los vuelos con los países miembros de la Unión Europea, con Suiza y Noruega, decreto del zar Putin que entró en vigor ayer domingo 16 de marzo. En Perú se suspendió la llegada de cruceros a sus costas durante un lapso de treinta días, y hasta el momento, hay 43 casos registrados en el Perú. Los colombianos, por su parte, suspendieron las clases y “prohibieron el ingreso de todo extranjero". Y, por último, en Costa Rica, el gobierno forzó el cierre de bares, discotecas y casinos para prevenir el Coronavirus. Estas han sido algunas de las medidas de precaución que, en México, no se está realizando salvo el de mandar a sus estudiantes a casa durante un mes. Sin embargo, las medidas que han tomado estos países, la cuarentena y el toque de queda, así como el cierre de las fronteras, para algunos analistas de la conspiración profesional, como Marcos Roitman, no son más que respuestas o coartadas perfectas para el conformismo social que busca establecer un sistema neoliberal que desde hace unos años, en Francia, en Chile, en Ecuador, ha sido severamente cuestionado. Apunta el sociólogo chileno:

No se trata de negar, menospreciar ni buscar explicaciones en teorías conspiratorias. La realidad parece señalar que los motivos epidemiológicos para declarar una pandemia no están justificados, aunque sí desde una perspectiva política. Desde hace unos años, analistas pronostican una recesión en el interior del neoliberalismo y su fetiche, la economía de mercado. Su reacomodo requiere mayor grado de violencia, aumento de la desigualdad social, exclusión y sobrexplotación bajo un neoliberalismo militarizado. Contener las revueltas populares, desarticular los movimientos sociales y plantear un nuevo escenario se antoja necesario para evitar el colapso. Los ejemplos sobran. En Chile, Francia o Colombia, por citar tres casos, el coronavirus es una bendición. Por primera vez, si exceptuamos las dos guerras mundiales, la especie humana es sometida a una tensión donde el miedo, el control social y una información manipulada comparten el espacio. Todo aderezado con un relato sobre caos económico y las cuantiosas pérdidas. Seguramente, dentro de unos meses, las empresas habrán recuperado sus beneficios, las bolsas retomarán el pulso especulativo y el miedo-pánico desaparecerá. La factura, como de costumbre, la pagarán las clases trabajadoras (Roitman. La Jornada. “Coronavirus, una pandemia muy oportuna”. 15 de marzo de 2020).


¿Cuidar el destino turístico en el Caribe Mexicano?

En Quintana Roo, a pesar de estar en la Fase I (prevención y control), y de haberse confirmado un caso de coronavirus Covid-19, no logro ver más medidas de control rigurosas porque, al parecer, la consigna es cuidar “el destino” turístico. Basta ver que el gobierno no ha decretado la cancelación de ferias regionales como la que se efectúa actualmente en la cabecera municipal de José María Morelos, o bien, porque muchos siguen pensando en las bondades del turismo, esperanzados de que los turistas lleguen a pesar de la contingencia ambiental. Es innegable, y una medida necesaria, el de aplicar inspecciones a turistas, ahí debe ser el filtro principal en terminales aéreas y portuarias, pero igual me parece una excelente idea lo que ha señalado la presidenta de la Asociación de Hoteles del Centro y Sur del Estado, Deborah Angulo Villanueva: de ser posible, habría que establecer filtros sanitarios y de control estricto en carreteras que conectan a Quintana Roo con Belice, Cancún y Mérida. De ser posible, creo que todas las carreteras que conectan con Yucatán, Belice y Campeche, tienen que tener esos filtros de control.
Sin embargo, las medidas de control parece que aplican débilmente en el estado. La UQROO, la máxima casa de estudios de Quintana Roo, no ha enviado a sus alumnos a casa. ¿Qué espera? La UADY, el COLMEX y otras universidades ya tomaron las medidas necesarias, sus alumnos estarán en casa durante la cuarentena, las semanas más críticas de crecimiento de la pandemia. En Quintana Roo parece que nos vale un soberano carajo estos temas, se actúa con demasiada flema inglesa tropical. Frente a esto, la respuesta rápida del gobernante de Yucatán es un ejemplo a seguir. Esta aparente apatía, ¿responde a que, contra viento y marea, los testaferros políticos quieren cuidar “el destino” turístico exponiendo irresponsablemente a su población? Vaya a saber qué esperan, o qué piensan para actuar.
            En Sisal, el gobierno yucateco ha instalado retenes de monitoreo del coronavirus, y pronto será en todas sus playas. El gobierno yucateco actúa rápido, tiene el nivel, la ciencia médica y la enjundia para responder a esta calamidad más que todos los estados del sureste. ¿Llegará el día en que Yucatán cierre sus fronteras con Quintana Roo? No lo sé. Pero las disputas territoriales no serán el incentivo sino la dejadez que se deja ver en el Caribe mexicano.  El Gobernador de Yucatán no se va por las ramas. Ha decretado que desde el 17 de marzo se suspenden clases en todos los niveles en Yucatán, y ha cerrado las zonas arqueológicas. ¿Y en Quintana Roo qué pasa? Pues nada, recientemente el gobierno se ha dedicado a inaugurar ferias regionales con peligro fuerte de contagio, aunque digan que en estas tierras no hay coronavirus (lo puede haber, y más si pensamos que tenemos a cuatro horas a playa del carmen, a dos horas a Tulum, regiones del turismo internacional). Esta gente necesita entender que ninguna región y ninguna ranchería, se sustrae al hiperconectado mundo, y más en tiempos del hiperconectado y turistero Quintana Roo. Si hace más de 100 años, la influenza española mató a medio pueblo cruzoob, ¿creen que ahora, por resguardarse en su parcela ejidal, estaremos inmunes al peligro?
            En Quintana Roo, a pesar de que leo boletines de buenas intenciones para un turismo en ascuas, no se actúa y se piensa que somos inmunes a todo. Lo cierto es que estamos más expuestos porque los turistas siguen arribando, y aunque existan los controles y los filtros en terminales aéreas y marítimas, puede que alguno que otro chino o español infectado se nos cuele. Ojalá y no vengan, el aislamiento puede darnos un respiro para que la clase política al fin actúe adecudamente. ¿Modificar la economía regional que depende exclusivamente del turismo? Una utopía. En el sur de Quintana Roo han comenzado los despidos y las cancelaciones en hoteles en Bacalar. La naviera Norwegian Cruise, suspendió todos sus itinerarios programados para Mahahual del 15 de marzo al 20 de abril, un enorme golpe para la esmirriada economía turística del sur del estado.



El coronavirus y el pensamiento mágico de la borregada balidora del Presidente
Veo el cretinismo de muchos seguidores acríticos de AMLO con respecto al Coronavirus. Cincho que serán los primeros en caer. ¿Por qué? Al creer que es un embeleco fraguado por la derecha, se rompe toda posibilidad de diálogo civilizado. No hay formas para sacarlos de sus creencias. El problema surge cuando vemos que muchos fanáticos a rajatabla del presidente, piensan estúpidamente que el Coronavirus es un embeleco de la derecha. Señor presidente, apaciente bien a la borregada balidora porque pronto, si seguimos así en esta especie de pensamiento mágico y prelógico de sus masas partidarias, comenzarán a morir los borregos. Frente a esta especie de decrepitud mental colectiva, donde se interpone la ideología a la ciencia, leamos a pensadores modernos que nos dan posibilidades de análisis. Mauricio Merino, recientemente ha escrito un texto seminal donde habla de esa tremenda irrupción del mundo nuevo: “este nuevo siglo irrumpe montado en un caballo del apocalipsis”. La globalidad del coronavirus nos ha hecho sensibilizarnos de nuestra fragilidad humana y de nuestro caníbal y clasista sistema de salud en el mundo. Nos ha demostrado que no existe ranchería, fiestita de pueblo, costa o sierra, inmune totalmente, aislada totalmente. En la hiperconectividad global, el coronavirus es una metáfora perfecta de nuestro tiempo:
[…] nunca habíamos estado tan cerca como ahora, ni más informados de lo que sucede en cada rincón del mundo, ni más conscientes de nuestra vulnerabilidad común. China ya no queda lejos, pues nos anuncia su presencia con el virus que nos amenaza a todos; Europa está a la vuelta de la esquina; los Estados Unidos vuelven a quedarnos demasiado cerca y todos vamos devorando los mensajes que nos envían de todas partes. Nunca fue más cierto que el mundo es un pañuelo: el que hoy cubre nuestras bocas para evitar nuevos contagios” (Mauricio Merino. El Universal. La irrupción del mundo nuevo. 16 de marzo de 2020).

Marcos Roitman Rosenmann lo dijo claro: “El Covid-19 destapa las vergüenzas de una gestión destinada a transformar la medicina en un gran negocio para empresarios ávidos de ganancias” (Roitman. La Jornada. “Coronavirus, una pandemia muy oportuna”. 15 de marzo de 2020). La debilidad de los gobiernos “ante la potencia destructiva y metafórica de un bicho microscópico” se deja ver de una forma prístina, arguye Merino, si tomamos en cuenta que la economía de la salud no es para todos, y más en gobiernos de derecha que han privatizado hasta la náusea el sistema de salud, o bien, lo han aniquilado vía la corrupción como ha sucedido en los gobiernos neoliberales prianistas.  
            Frente a todo esto, sería bueno que al fin los gobiernos del mundo pongan en primer lugar la salud de la población, se destine más para ciencia y tecnología en vez de la ludopatía, y que todos los recursos necesarios se canalicen para las trasferencias de tecnología del viejo al nuevo mundo. Una enfermedad como el Coronaviurs que, hasta ahora, ha resultado ser más letal en Europa, la Europa blanca, nos pone a pensar en imágenes cristianas del apocalipsis. ¿Es el fin de Occidente? No lo creo. Es el fin de un sistema económico que manda sus bichos bacteriológicos para su defensa desesperada.  









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