De los 15 a los 25 años, yo recopilé información periodística como el argentino Gregorio Selser. Tijera en mano, no pasaba un día en que no recortara notas que para mí eran relevantes: políticas, históricas, literarias, el periódico salía trasquilado cuando se enfrentaba conmigo...No sabía que eso era ya el primer barrunto que definiría posteriormente mi opción por la historia. La fiebre historiográfica empieza cuando uno se preocupa por los papeles viejos, cuando quiere salvar del olvido o la incuria, cosas o hechos narrados en libros, cartas, oficios, recortes de periódicos, etc.
Siete años después, sigo coleccionando libros, sigo leyendo periódicos, pero ya no en versión impresa sino de forma digital. A pesar de eso, mi archivo digital sigue la senda trazada desde aquel lejano momento en que mi abuelo fue a enseñarme el amor por la lectura sosegada del periódico.
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