Aún recuerdo que a fines de la década de 1980 los gitanos acostumbraban llegar al pueblo, venían para diciembre o para los días de cuaresma. En uno de sus cuentos, el gran Joaquín Bestard cuenta de estas trashumancias de gitanos por toda la geografía encantada de la Península y de Nuestra América, como García Márquez nos lo hizo saber. A propósito de García Márquez, cuando el fabulador de Aracata murió, escribí esta anécdota de los gitanos en Yucatán:
"En las novelas de García Márquez, los gitanos volaban con sus esteras por las calles de Macondo. En mi pueblo, los gitanos llegaron hasta finales de 1980, siempre pidiéndoles las manos a los hombres, las gitanas de tetas poderosas para que pudieran leer en ellas con sus miradas de Casandra, o para que untaran de caricias vaporosas, sus ubres capaces de amamantar hasta a un regimiento completo".
La fotografía es del Diario de Yucatán, de 31 de agosto de 1941. Y la localidad a la llegaron era Tecoh. Según la nota, algunos se dedicaban "a decir la buenaventura".
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