El mito cuenta que en los días en
que el jefe maya regrese a derrotar al jefe de los dzules en la gran carrera
encima de la Kuxáan Suum (la cuerda
que tiene vida y que une, como gran cordón umbilical, a todos los hombres y
mujeres del Mayab con la Ceiba madre) amarrada entre dos ceibas crecidas en
Xocén o Kanxoc con Zací, saldrán volando de este último lugar unos bichos que
irán por todo el Mayab a comerse las cosas de hierro [y ya en ese trance, ¿por
qué no igual a comerse la actual basura de plástico y hasta la basura
digital?], para limpiar la tierra de los mayas y desaparecer todo lo que
trajeron los dzules. No serán unos bichos que coman el “santo gracia”, el maíz,
símbolo de la vida y la regeneración de ella entre el pueblo maya.
Este mito de los
bichos o langostas comedoras de hierro, tal vez tenga un sustrato histórico, y
puede que haga referencia directa al cuestionamiento del sistema interétnico
colonial por parte de los mayas.
Recordemos que,
en las luchas de liberación y resistencia de los mayas peninsulares sobre los
extranjeros, la constante de la destrucción de la infraestructura del invasor
no puede faltar. Ya sean vías de trenes (el que comunicaba Vigía Chico con
Santa Cruz), postes de luz, destechamiento de iglesias (el rastro de la Guerra
de Castas en este último tópico), o, en los inicios de la estructura de dominio
explotación colonial en el siglo XVI, la muerte a la fauna y flora de los
invasores.
Un ejemplo de
éste último caso, se dio en la rebelión maya iniciada el 5 cimí (muerte) 19 xul
(fin), correspondiente al 9 de noviembre de 1546, en la región oriente y sur de
la Península (Sací, Popolá, Tihosuco, Sotuta, Chancenote, Chetumal y Chauc-há).
En esta lucha de liberación, los rebeldes mayas demostraban su repudio a la
dominación más allá de la matanza y sacrificio de españoles: acabaron con la
flora y fauna del invasor, y asesinaron a los indios ladinos que servían a sus
enemigos, por considerarlos traidores a sus costumbres y dioses.
Actualmente, las
cosas de hierro en el Mayab significan el sistema neoliberal que se resiste y
repta por todo el territorio de nuestros mayores: el turismo xcaretizador/conquistador
y ecocida, la educación tecnocrática y lobotomizadora, la pérdida del
territorio y las simulaciones de derechos al pueblo maya que se deben revertir
(como las leyes actuales en materia indígena en los tres estados de la Península
que hay que discutir con las distintas voces del pueblo maya y no solamente con
las voces de los expertos de gabinete). La respuesta debe ser como la de la
ardilla del mito de la Kuxánn Suum, sagaz
y rápida para caminar en la cuerda tendida sobre el precipicio, o como la
defensa jurídica que los campesinos de Dziuché hicieron de su laguna de
Chichankanab, al ir en contra, revertir y anular una situación jurídica aviesa
que ponía, en la antesala de la privatización –vía el embeleco de las Áreas
Naturales Protegidas-, a su preciada laguna.
FUENTES
Jesús Solís Alpuche. 2015. Testimonios,
mitos y tradiciones mayas. Mérida, Yucatán, México. Ediciones Salettianas,
p. 67.
Sergio Quezasa. 1997. Los pies de la república. Los mayas peninsulares, 1550-1750, México, CIESAS-INI. pp. 73-75.
“Ejido
de Dziuché logra anulación del Decreto de Área Natural Protegida ‘Sistema
Lagunar Chichankanab’ en Quintana Roo. CCMSS. Península de Yucatán. Domingo 3
de marzo de 2019.
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