lunes, 25 de octubre de 2021

En torno a los concursos de altares de Yucatán

 

 


(Escrito el 19 de octubre de 2019)



En Peto, en los años 1990 y principios del 2000, hubo un "experto en tradiciones mayas" en los concursos de altares de las escuelas de esa lejana Villa sureña, era un profesor de ballet, que no hablaba ni una pizca de maya, que era dzul y se apellidaba Moguel.

El profesor Moguel, para días de los concursos de altares en las escuelas secundarias y en el bachillerato, era perseguido por todos, se volvía más importante que el presidente municipal de ese pueblo olvidado, se transformaba en una especie de iluminado, en el último chilam balam de los últimos días, en sumo sacerdote guardián de la tradición inventada de un pueblo que clamaba el show de "los concursos de altares".

Lo peor que pude haber hecho en esos años salvajes y oscuros de simple bachiller, fue participar en esos malhadados concursos de altares, invención de un turco yucateco que arraigó la fiebre de la concursadera hasta en Quintana Roo.

Los concursos de altares se volvieron mi cruz durante los años malditos del Bachillerato insufrible: nos obligaban a ser cortadores de huano, a tumbar arbolitos, y a esquilmar la poca morralla de nuestros padres para que todo salga bonito y vistoso: ¿y quién sabrá de esas tradiciones? Yo, ateo desde los 13 años, decía, "¿y a quién diablos le importa" el significado de tantos trastos y altarcitos?", "¿como me voy a vestir todo de blanco y sin zapatos, como si fuera un acasillado salido de la hacienda henequenera?"

Tenía, y sigo teniendo, la plena convicción juarista, de que las cosas de la fe no deben arrejuntarse con la ciencia y la educación laica y gratuita, pero mi juarismo siempre era acallado por una bola de fervorosos crédulos de mis condiscípulos, que con tal de no tener clases una semana, todos los días justificaban sus inasistencias a las aulas diciendo que se largaban a preparar en el monte cercano a la escuela, los materiales para su palapita express: construir 20 0 30 altares era, sin duda, un acto ecológicamente insostenible.

Ya no podemos seguir en ese tren devastador de la enana selva yucateca, sobreviviente de catástrofes y cambios climáticos.

Hoy, los concursos de altares se han vuelto parte de la "tradición inventada" por los organismos culturales educativos de la SEP y de los organismos de cultura de Yucatán. Son rituales de paso que todos los alumnos de media superior y algunos de superior han realizado a lo largo de su vida estudiantil. Hay concursos de altares en los municipios y hasta tenemos un Festival de Vida y Muerte en Xcaret, se ha convertido en un elemento más que disfruta el turista, pensando en lo auténtico del "ser mexicano".

Octavio Paz, en El laberinto de la soledad no escribió sobre los concursos de altares, pero algún maestro como el referido Moguel, tal vez hasta teorizaron sobre ello.

POSTDATA:

 

El Dr. Espadas Sosa, me apunta un comentario pertinente:



"Me atrevo a opinar: nada de concursos y premios. En el mejor de los casos Debe ser encuentro de altares. En las escuelas urbanas se podría invitar a los niños de las comunidades para que conversen con sus coetáneos sobre cómo son sus costumbres realmente.en las univ. Urbanas sólo se folkcloriza la verdadera cultura comunitaria".


Más de acuerdo no puedo estar con el Dr. Freddy Espadas Sosa, y respondo:

"Eso mismo hice hoy con mis alumnos de la materia Derechos Humanos Indígenas y Organización étnica, de la UIMQRoo: dialogamos -nuestras clases siempre son de un diálogo respetuoso y en un plano intercultural- sobre las costumbres funerarias, los mitos y las formas en que cómo las gentes de las comunidades ven los días de muertos. La conclusión fue evidente: ni en Xquerol, en Tepich, en Señor, en Uh-May, en Chunhubub, en La Pantera y en José María Morelos, las gentes de las comunidades no "concursan" sobre qué altar está más pegado a una "tradición" creada fuera de la comunidad. Reivindicamos la experiencia viva y actual de las comunidades en esos tópicas, intentamos salir del Quincunx metacrítico (como diría un profesor de la UIMQRoo)."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Del diarreico “fosfo” Mario Redondo, o de las nostalgias palúdicas de un niñato de la aristocracia de la hamaca moribunda chetumaleña que quiere ser, pero no será, diputado

  Existe un cambio político generacional en Chetumal que tiene que ver no solamente con el partido en el gobierno, Morena, sino con figu...

El autor de este blog

El autor de este blog