Por Gilberto Avilez Tax.
Dr. en Historia, especialista en la historia de Quintana Roo y Yucatán
¿Luis Echeverría le dio un fuerte impulso a la erección de Quintana Roo en estado? Por supuesto, Echeverría debería tener un lugar más relevante en los sitios del poder regional (en un post anterior explicamos por qué no es así).
Pero, siguiendo a algunos autores y leyendo la coyuntura de lo que estaba detrás del 8 de octubre de 1974, apuntemos: la erección del territorio a estado de Quintana Roo ya estaba en el aire desde 1959 en tiempos de López Mateos (uno de los tres presidentes mexicanos que fueron Litempos, ojos y manos de la CIA), fue un asunto de estrategia geopolítica y hasta de búsqueda de otro espacio turístico donde irían a remojarse los gringos después del cierre de los casinos, garitos y congales de La Habana por los barbudos de Fidel. Del mismo modo, era una forma de poner una base militar (sin base militar pero sí con muchos hoteles) frente a las narices de Centroamérica y Cuba por parte de los yanquis.
De 1960 a 1974, donde se inserta el grueso de las políticas de colonización dirigida en el Territorio, habría que observarlo como una estrategia del gobierno mexicano para “amestizar” un antiguo espacio de indígenas mayas rebeldes que pudieran ser presa de aventureros guerrilleros (como sucedió en Guatemala, como lo que se vio en Chiapas), en el que la coyuntura macrorregional y mundial (Guerra Fría, control de las fronteras), redimensionaba el estratégico papel de las fronteras. Eso explica el control de los aparatos municipales en la Zona Maya por parte de estructuras mestizas de poder, sin darle el reconocimiento debido a una autonomía municipal netamente indígena (el municipio de Cecilio Chi, que fue sacado del mapa primero del estado, dividiendo esa zona en dos municipios con estructuras mestizas de poder: José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto).
Litempo-8 Echeverría actuó en concordancia con los intereses yanquis, al eregir el estado de Quintana Roo. Ese es el sentido verdadero del origen de este estado, y lo demás que vino, los discursos inventados, las hagiografías nativistas, los "constituyentes del 74" (ninguno de estos "Solones" era especialista en derecho constitucional, todo era un montaje del centro del país para lo que ya estaba pactado), las rememoraciones, los poemitas y las historias oficiales, habría que leerlo como un simple romanticismo burdo de escuela historiográfica priísta.
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