Nunca he contado a nadie
esta anécdota de mis años oscuros de bachillerango. Recuerdo que con un
mimeógrafo matusalénico, que servía para sacar copias de forma manual mediante
una manivela, reproduje mis primeros escritos políticos, costumbristas,
pueblerinos, y algunos poemas pendejos de amor cursi que tuve la indecencia de
escribir. Esos papeles sueltos los repartía en las aulas a compañeros que,
según pensaba, eran doctos y mesurados en sus opiniones de bachillerangos,
aunque de algunos sabía que ni los leían ni les hacían mella mis renqueantes escarceos
con la Olivetti. Una vez di con uno de mis poemas reproducidos en aquel viejo
mimeógrafo, en un lugar donde menos pensaba encontrar ese paper: la hoja suelta
había dado a parar con toda su flaca osatura escritural, al cesto del baño de
hombres de la escuela, para limpiar el culo de alguien impedido por las musas o
por el colon irritable, supuse que no le gustó mis poemas de amor, o tal vez la
musa difusa fuera una de sus conquistas fallidas que le daba estreñimiento.
Este blog continúa con mis temas centrales y mis obsesiones cotidianas que toqué en innumerables ocasiones en Desde la Península y las inmediaciones de mi hamaca. A saber, la historia de la Península de Yucatán, la literatura, el quehacer político y la ciencia política, mis acercamientos anfractuosos con la poesía y la narrativa, el rescate de las memorias y el olvido aparente de lugares y personas. De algún modo, es un intento de modificar la realidad mediante los ejercicios literarios.
viernes, 20 de enero de 2023
Mimeógrafas formas celestes
lunes, 2 de enero de 2023
"UN SEÑOR QUE PASABA POR MUCHOS PUEBLOS": LA MALDICIÓN DEL PROFETA ENOK A LA VILLA DE PETO
Enok, el Profeta (pero no el profeta bíblico, sino el profeta que conocen los chicleros y los lugaraños de los pueblos de Yucatán), le lanzó la maldición a Peto cuando pasó por ahí, allá en los años de la época olvidada del Chicle de principios de la década de 1920. Maldijo a Peto, que porque cuando estuvo entre los petuleños, el Profeta Enok -o Éek Nok', ya que su ropa estaba teñida por el polvo de los caminos- no fue bien tratado por la gente del lugar. En El Cuaderno Amarillo de la historia de Chacsinkín (proporcionado por mi amigo Roger May Cab, microhistoriador chacsinkileño escrutador de la memoria de los abuelos y abuelas) se cuenta quién fue Enok.
El librito amarillo dice que fue un señor que pasaba por muchos pueblos dando su mensaje de paz y de esperanza, y de vez en cuando hacía sus profecías. “Muchos lo tiraban a loco porque decían que es ignorante, pero otros pensaban que podía ser que Dios lo mandó para enseñarnos y para prevenir a la gente” de que los tiempos que se avecinarían serían difíciles.
Delgado, de piel morena y larga barba de profeta, un día Enok se presentó en Peto. Algunos de Chacsinkín y del pueblo de Xoy lo vieron allá, dando sus consejos y vaticinios. Los de Peto –seguramente los "dzulitos", los blanquitos racistas de ese pueblo- lo trataron mal, y es por eso que maldijo al pueblo, pero no sé hasta ahora lo que dice esa maldición. Don Natividad Tzum, chacsinkileño, dice que “le contaron que cuando se apareció en Peto fue el tiempo en que cayó muy fuerte aquí la langosta y Enok le decía a la gente que no debían de matar a las langostas porque todas las hojas de los árboles eran langostas”.
No puedo dejar de quitarme de la mente cuál fue la maldición que Enok le hizo a este pueblo de poca fe…¿Será acaso el “Negocio de Peto”?
Zapata en Yucatán y Carrillo Puerto en Guerrero: la revolución agraria en el sureste mexicano
Felipe Carrillo Puerto repartiendo tierras en
Progresito, Yucatán. Circa, 1922. A la parte izquierda de la foto, vestido de manta y con sombrero en la mano, el cacique maya de Peto y fundador de la Liga de Resistencia en esa villa, General Elías Rivero.
El 28 de noviembre de 1911, los hombres del
estado de Morelos darían un catálogo de ideales a su Revolución que había
comenzado a principios de ese año, firmando el Plan de Ayala (que, a grandes
rasgos, ponía el mundo porfiriano patas arriba con la consigna de ¡Abajo haciendas y viva pueblos!, el
grito precursor de Otilio Montaño); y, con ellos, tantos y tantos pueblos
rurales los secundarían a lo largo del inmenso país que apenas se estaba
reconociendo como tal.
Hasta el lejano Yucatán de
los “reyezuelos del henequén” llegaría la irradiación de los hombres libres del
campo de Morelos, en eso que conoceríamos como “el verano del descontento”, una
serie de revueltas campesinas realizadas entre 1909 y 1913, en pueblos de la
sierra sureña y del oriente de Yucatán. Ese Yucatán remoto, ese país que no se
parecía a otro, como lo habría de identificar José Castillo Torre, para esas
fechas estaba casi aislado del país, sin más comunicación con él que la
marítima. Este hecho, como contaba Castillo Torre, aunque hacía permanecer a
Yucatán fuera del escenario de la guerra –cosa discutible por las revueltas
campesinas comentadas-, no era impedimento para la capacidad receptora de los
oposicionistas a la plutocracia plantocrática, como fue el caso del “agitador” motuleño
Carrillo Puerto, que captaban las notas de la nueva sinfonía “y se preparaba a
cantar en coro el himno revolucionario”.
Sin duda, el ejemplo mayor de
lo que estableció el Plan de Ayala, se puede observar en la labor de gobierno
del que sería el gobernador socialista de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto,
agrimensor zapatista en la región de Cuatla antes de regresar y hacer lo propio
en Yucatán, inspirado por el fuego de Zapata.
Carrillo Puerto puede
reconocerse como el primer zapatista yucateco que estuvo en las tierras del
Caudillo del sur, poco menos de un año (fines de 1914-mediados de 1915). Ese
lapso de tiempo solo vino a profundizar las convicciones agrarias y la idea de
la necesaria colectivización del campesinado yucateco, en el hombre de Motul
(Franco, 2017, p. 244). Su paso por el Morelos zapatista fue tremendamente
significativo para el hombre que había de partir la historia de Yucatán en un
antes y después de él, por el hecho de poner la cuestión agraria como parte
fundamental de su periodo en el poder (1919-1923). De esa experiencia agraria,
y de esa razón campesina e indígena, vino el ímpetu del quien sería conocido
como el primer soviet yucateco, el Dragón rojo de Motul. Dice Armando Bartra de
él:
“El agrimensor zapatista, un tal Felipe
Carrillo Puerto, viviendo seis meses en la región de Cuatla, un día escuchó que
en su lejana tierra, Yucatán, la Revolución había llegado y se despidió de
Marte R. Gómez con estas palabras: "yo ya me voy, ustedes aquí tienen a
Zapata, pero allá en mi tierra los mayas no tienen a nadie.”
Uno de los hagiógrafos primeros del “soviet
yucateco”, Castillo Torre, refrenda la aserción precitada:
“Al
campo revolucionario se fue Carrillo Puerto, al salir de la prisión, siguiendo
el impulso de su destino manifiesto, refugiándose al amparo de la bandera
agrarista de Emiliano Zapata. En los campamentos del Viriato del Sur, en donde
el indio pugnaba por la libertad del campesino y la desaparición de la
servidumbre feudal del peonaje, el socialista de Yucatán perfeccionó su técnica
y se preparó mejor a la defensa de los mayas encadenados a la máquina de la
industria henequenera”.
Carrillo Puerto, años después, movería de raíz
los cimientos coloniales de Yucatán al inaugurar un tiempo inédito para la
península: el socialismo yucateco venido de los pueblos para tomar el poder en
la ciudad de los barones del henequén, Mérida. Con su muerte, en enero de 1924,
a la larga, en Yucatán, el carrillismo perdería “su significado original de
hegemonía cultural y moral para devenir en una ideología sin más contenido que
el fetichismo y la demagogia clientelar electorera” (Franco, 2017, p. 430).
Pero no toda la herencia carrillista fue tirada a la borda. Dice Franco al
respecto:
"La influencia del socialismo yucateco en la
región sureste de México es terreno fértil para futuras investigaciones. La
hegemonía cultural fue una realidad plenamente instituida, aunque de manera
relativamente efímera. Solamente podemos plantear de manera hipotética hasta
donde pudiera haber extendido su influencia Carrillo Puerto de haber preservado
la vida" (Franco, 2017, p. 434).
Alguna vez argumenté que el Partido Socialista
del Sureste, podría verse como el origen del partido fundado por Calles, en 1929.
Lo cierto es que la influencia de Carrillo no se restringió a la Península, y tampoco a un partido como el PNR, sino que,
como estableció Franco, todo el sureste de México fue terreno fértil para ello.
Años después de la muerte del líder de Motul, su influencia sería retomada en
el Guerrero postrevolucionario.
El
Revolucionario niño, Adrián Castrejón: continuador de Carrillo Puerto en el
Guerrero Bronco
El profesor investigador Héctor Agustín
Trujillo Santana, de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), amablemente
me cedió hace unos años, en el 2015, una ponencia suya sobre el general Adrián
Castrejón Castrejón, el revolucionario zapatista de Apaxtla Guerrero (hoy,
Apaxtla de Castrejón), que llegó al grado de general de división a la tan
temprana edad de 26 años, y que fue anti-figueroista convencido (los hermanos
Figueroa fueron contrarios a Zapata en Guerrero, traicionándolo; a la larga, se
convertirían en caciques brutales de ese estado, en tiempos de la hegemonía
priísta).
¿Quién
fue Adrián Castrejón? Comparto un resumen de él: casi niño, se levantó en armas
con gente de su pueblo de Apaxtla al grito de Viva Madero, pero de inmediato se
unió a las filas del revolucionario Jesús Salgado, combatió junto con Heliodoro
Castillo en la región de Tlacotepec, y fue zapatista del estado de Guerrero
cuando el zapatismo se expandió; defensor, además, del inmortal Plan de Ayala y
escolta sobreviviente de Zapata, emboscado por la reacción conservadora en
Chinameca en 1919.
Lo interesante del general
Castrejón, fue la influencia que tuvo cuando ejerció la Gubernatura de su
estado natal (1929-1933), Guerrero, al enarbolar las ideas socialistas
defendidas por Carrillo Puerto.
El general Castrejón, el
bravo guerrero niño de Apaxtla, fue el Felipe Carrillo Puerto de Guerrero. En
varios documentos trabajados por el maestro Trujillo Santana (originario, tengo
que decir, igual de Apaxtla de Castrejón), se señala la influencia cercana, en
el pensamiento socialista del general Castrejón, del Dragón Rojo de Motul:
Castrejón creó un Partido Socialista de Guerrero, repartió tierras a los indios
y mestizos de Guerrero, organizó a los campesinos mediante las famosas Ligas de
Resistencia Socialista que don Felipe instaurara en la lejana y árida Península,
luchó contra la cruel desigualdad social en su estado, fue Cardenista desde el
primer momento, y organizó un Partido Comunista en su estado. Más de 100 hechos
de armas en los campos de batalla, hacen de Castrejón una figura imborrable
para su pueblo. Como un héroe, el general niño murió en 1954.
Y a propósito de Castrejón,
salvo las fáciles conexiones regionales del socialismo yucateco en la Península
(cfr. la tesis doctoral de Omar May
González y el estudio del Doctor Crisanto Franco Moo La expansión socialista en la Península de Yucatán: génesis y eclosión
de un proyecto político, 1915-1930), muy poco se ha dicho sobre su
influencia más allá de la Península, o más allá de las fronteras del país (este
tema lo aborda el último trabajo de Francisco Pineda Gómez).
Recordemos que Joseph inicia
su ya clásica Revolución desde afuera
correlacionando la vía chilena hacia el socialismo, con el antecedente de la
vía yucateca. La influencia de Carrillo Puerto, o el ejemplo dignificador para
las clases populares de Carrillo Puerto, es innegable en Castrejón, y existe
poco conocimiento al respecto más que trabajos aislados por su acuciosa
regionalización.
Del mismo modo, podemos decir
que existe un vacío en la historiografía yucateca, sobre el aproximadamente más
de medio año que estuvo Carrillo Puerto en la región de Cuatla, Morelos,
trabajando como agrimensor zapatista. Solo conocemos referencias de ese tiempo
oscuro a través de Marte R. Gómez, citado tanto por Womack, Joseph, Savarino y
tantos otros, pero no hemos indagado completamente ese periplo carrillista,
donde Carrillo Puerto se radicalizó a la fe agrarista bajo la figura totémica
del Caudillo del Sur.
En una conferencia magistral
de Francisco Pineda Gómez, que dio en 1915 en Cuernavaca, este me manifestó por
qué no se ha hecho una investigación pormenorizada de esa esa conexión
zapatista de Carrillo Puerto en Yucatán. Si todos estamos convencidos de que el
motuleño se radicalizó y obtuvo el discurso agrarista en su estancia en
Morelos, mismo que puso en práctica inmediatamente al llegar a Yucatán en 1915,
¿por qué no nos hemos metido a estudiar ese tramo carrillista, para mí,
neurálgico y que simboliza casi un quiebre geológico en la sedimentada historia
yucateca?
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